Jesús María Zuloaga, LA RAZÓN, 6/4/12
El documento que ETA ha enviado a sus presos contiene una serie de revelaciones que confirman la negociación que, a través de intermediarios, mantuvieron los socialistas (y nacionalistas) con la banda en la anterior legislatura. Se repite, una vez más, lo que pasa cuando alguien se sienta, aunque sea mediante terceros, con pistoleros y éstos no consiguen todo lo que quieren: lo cuentan todo.
Lo que ocurre en este caso es que los grados de irresponsabilidad política han alcanzado unas cotas preocupantes. En su momento, en pleno periodo electoral, se pretendió hacer creer a la opinión pública, lágrimas de mala opereta incluidas, que ETA se acababa sin más y que, por supuesto, era un gran logro de los socialistas, en especial de Alfredo Pérez Rubalcaba, que para eso era el candidato del partido.
Ahora resulta que el Estado, nada más y nada menos que el Estado (¿quién habló en su nombre?), tomó, no directamente con ETA, sino a través de «otros agentes», «compromisos concretos en los ámbitos de los presos políticos vascos y de la legalización de la Izquierda Abertzale». La persistencia de los socialistas vascos, con el lendakari, Patxi López, a la cabeza, para que se cambie la política penitenciaria y se legalice Sortu, hacen sospechar que la banda no miente. Quizás, porque albergue alguna esperanza de salirse con la suya, no ha revelado todo lo que aconteció en aquellas negociaciones.
Si los terroristas contaban, como dicen en el documento, que el PSOE nunca cumple sus compromisos, ¿por qué anunció, primero el alto el fuego y después el cese armado? La cantinela de que la banda estaba derrotada queda bien como frase de marketing electoral (que algo de eso había), pero a estas alturas no resiste un análisis serio.
Los «otros agentes», que deben ser Currin y los suyos, debieron transmitirles algún tipo de esperanza de que el «proceso» seguiría, aunque ganara el Partido Popular, como ya auguraban las encuestas electorales, que después se cumplieron de forma aplastante. Porque, en caso contrario, ¿es lógico que ETA adoptara esas decisiones ante una hipótesis tan descabellada como que el PSOE podía salir victorioso de los comicios? O, como sospechan muchos, ¿se hicieron aquellas promesas a los terroristas para ver si el cese armado calaba en la opinión pública y Rajoy se quedaba en una mayoría simple, que le obligaría a gobernar con aliados nacionalistas (PNV); o , en su caso, si no lo lograba, que pudiera hacerlo Pérez Rubalcaba? Alguien dirá que todo esto es pura teoría, aunque ya existan datos (no tardará mucho tiempo en que haya más) que la avalen. Lo que parece claro es que los que actuaron con tanta irresponsabilidad han dejado un campo sembrado de minas. Han devuelto a ETA a las instituciones, con lo que ello supone de resurgimiento de su «Frente Institucional»; y han dado auge al independentismo vasco.
Desde luego, al que no se puede culpar de todo esto es al Partido Popular (¿por eso le quieren aislar?), que mantuvo en la oposición un programa sobre este asunto, que ha puesto en marcha al llegar al Gobierno. Ya lo dejó claro a los proetarras Mariano Rajoy en su investidura: si alguien les había prometido algo, a él no le concernía.
Jesús María Zuloaga, LA RAZÓN, 6/4/12