Antífonas

JON JUARISTI – ABC – 20/09/15

Jon Juaristi
Jon Juaristi

· La Universidad del País Vasco perpetra una versión progre del más típico canto ceremonial en vascuence.

La nostalgia, ese burdo pasatiempo (así la define un verso admirable de Luis Alberto de Cuenca), me impulsa a seguir la programación de la televisión autonómica vasca, la EuskalTelebista. ¿Qué busco en ella? No lo sé. Quizá recobrar la musicalidad de la lengua vernácula, aunque apenas llego a atisbar algunas sombras del vascuence castizo tras la neolengua usual en el medio. Así y todo, confieso que la barbarie me fascina, como al gorrión el silbido de la cobra. Y a veces, incluso, me entero de cosas peregrinas que pasan en la dulce Euskadi.

Por ejemplo, de que el pasado día 10 y en el acto solemne de inauguración del nuevo curso académico de la Universidad del País Vasco- Euskal Herriko Unibertsitatea, celebrado en mi antigua y querida facultad de Vitoria bajo la presidencia del lehendakari Urkullu, la coral universitaria estrenó una versión «atea y no sexista» (son los términos usados en la televisión vasca por presentadores y tertulianos) del

Agurjaunak. El Agurjaunak es una especie de antífona que se canta a capella en las solemnidades civiles y religiosas del país. Lo compuso en 1918 el guipuzcoano José Olaizola, y sus primeros versos, traducidos al castellano, rezan así: «Saludo, señores,/ señores,/ saludo,/ saludo y medio./ Todos hemos sido hechos por Dios,/ ustedes y también nosotros». No es el despiporre, pero resulta simpático en una cultura tradicionalmente proclive al racismo.

Pues bien, la letra estrenada el día 10 dice, en la lengua común de España, «saludo, señores,/ y señoras…/ Todos hemos sido hechos iguales». Lo de «señores y señoras» es una variante ceremoniosa de la fórmula políticamente correcta «vascos y vascas», auspiciada por los cretinos y cretinas de la izquierda abertzale y de riguroso cumplimiento en Euskal Telebista. El escamoteo de la alusión a Dios coincide asimismo con la retirada de crucifijos en los ayuntamientos gobernados por Bildu. No sé qué habrá pensado, al oír el nuevo Agur jaunak, el lehendakari Urkullu, que juró su cargo en Guernica repitiendo las palabras pronunciadas por el lehendakari José Antonio Aguirre en 1936, o sea: «Humilde ante Dios y de pie sobre la tierra vasca, etcétera, etcétera». Por cierto, en el castellano de Bilbao no decíamos «de pie», sino «de pies», por aquello del rumbo y la abundancia.

Piense lo que piense Urkullu del Agurjaunak para ateos y ateas, me parece sencillamente lamentable la colaboración de la universidad pública vasca con la Telebista en el empeño de convertir cuanto antes el reducto católico de Sabino Arana en el establo catódico de los amigos del diputado Sabino Cuadra, como su propio nombre indica. Un paisano de este, el poeta Ramón Irigoyen, escribió hace tiempo: «Entre Pamplona y Sodoma existe un término medio: París».

No estaba mal como programa. Por desgracia, la estupidez no entiende de términos medios, y la deriva vasca se inscribe, a tal respecto, en la corriente que domina en la UE y que, en cuestión de dos semanas, con el pretexto de la crisis migratoria, ha conseguido culpabilizar de la misma a cuatro países todavía demasiado católicos para el gusto progre –Polonia, Chequia, Eslovaquia y Hungría–, a los que este fin de semana se han añadido Croacia y Eslovenia. Países en los que el catolicismo ha significado y significa todavía resistencia al totalitarismo.

Acaso la insistencia de algunos de sus gobernantes en relacionar la actual oleada migratoria con un riesgo de islamización a corto plazo resulte exagerada, pero, en un gradiente de sensatez, parece más realista que el optimismo antropológico de la izquierda o los gorgoritos poscristianos de Juncker. En fin, digamos que se acerca más a lo que debería ser un término medio.

JON JUARISTI – ABC – 20/09/15