Tonia Etxarri, EL CORREO, 3/10/12
Ala quinta, hubo algo más que una pose. La Conferencia de Presidentes Autonómicos logró romper la inercia del escepticismo ante la desunión que late en España derivada de la tensión entre el Gobierno y las comunidades autónomas. La sesión de ayer sirvió para algo más que para una foto. La mera existencia de una declaración de compromisos, aprobada por unanimidad, da al Ejecutivo de Rajoy la imagen que necesitaba proyectar ante el ‘Gran Hermano’ europeo que nos vigila, nos condiciona, nos exige y nos examina.
No es de extrañar, pues, que el presidente del Gobierno se mostrara, en su comparecencia ante los medios, agradecido y, lógicamente, satisfecho. Porque, en lugar de poner el dedo en la llaga de la reforma laboral como la causa del incremento del paro, por ejemplo, suscribieron el documento en el que se habla de la falta de políticas de crecimiento en el seno de la Unión Europea como lastre de la crisis. Que es una forma hábil de no andar tirándose los trastos a la cabeza dentro de casa. La de ayer no era una convocatoria para que los 17 pasaran por taquilla para preguntar «¿qué hay de lo mío?». Ni siquiera Artur Mas, con su desafío soberanista, buscó el desmarque del acuerdo. Ya veremos qué escenificación elige hoy en Barcelona. Pero ayer, a pesar de los reparos iniciales de Andalucía y Asturias, todos se comprometieron con la consolidación fiscal aunque se aplace el debate sobre el reparto del déficit para
que lo evalúe el Consejo de Política Fiscal y financiera para el 2014. Y los socialistas tampoco vieron que era el escenario idóneo para sacar de la chistera la fórmula del federalismo.
La declaración de intenciones recoge la petición de Patxi López de abrir una reflexión sobre la necesaria reforma fiscal y que los esfuerzos no sólo vayan encaminados al control del déficit sino a la generación de empleo. Es un punto inicial de encuentro. Y una corrección de mensaje nada baladí. Que en España las comunidades autónomas no son el problema sino parte de la solución. Una declaración que tiene un marcado cariz de firma de una tregua después de tantos meses de presión sobre el debate en torno a la conveniencia, o no, de reformar la organización del Estado. Que una cosa es que la exigencia de los nacionalistas cuestione si las normas establecidas por la Constitución han resuelto, o no, la convivencia entre el gobierno descentralizado y las autonomías y otra muy distinta es caer en propuestas improvisadas sobre la devolución de competencias. O caer en agravios comparativos como los que están utilizando los nacionalistas catalanes con el sistema foral vasco y navarro.
En tiempos de tanta zozobra económica, los presidentes autonómicos han preferido seguir cobijados en el paraguas de Europa, a quien hay que pedir créditos para financiar nuestra deuda. No son «las cadenas de la unidad» como decía ayer ERC, al mismo tiempo que empezaba la reunión. Se trata de no dispersar esfuerzos. Los problemas seguirán pero la tarjeta de visita que ayer dieron los presidentes autonómicos suscribiendo su compromiso, es la que necesita ahora mismo la marca España.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 3/10/12