Apatía electoral

EL CORREO 19/05/14
TONIA ETXARRI

· El desapego hacia la política puede instalarse en nuestra sociedad como un mal endémico

No lo están haciendo bien. Si la participación de los ciudadanos en las urnas, el próximo domingo, apenas superará el 40% según todos los sondeos, y el PP y el PSOE llegan a empatar en escaños, perdiendo fuerza electoral en ambos casos, el desapego ante la política puede acabar instalándose en nuestra sociedad como un mal endémico. Los dos grandes partidos siguen cometiendo errores de bulto, pero, a pesar de ello, los partidos pequeños que consiguen aumentar su presencia en el Parlamento europeo no se benefician apenas de la campaña sobre el «antibipartidismo» que, con tanta vehemencia, han intentado dejar como eslogan principal durante la primera semana.

Sostienen los responsables más experimentados en estos procesos electorales que la cita para elegir al Parlamento europeo suele ser poco motivadora. Esa ha sido la tendencia. Pero esta vez, después de los últimos cuatro años tan marcados por el ‘Gran Hermano’ europeo que nos ha prestado dinero para la banca y luego nos ha enviado a los supervisores para asegurarse que se hacían bien los deberes, después de que en 2010, con Zapatero de presidente, estuviéramos al borde del rescate total, si la gente no tiene interés por participar, si los jóvenes no sienten la inquietud de su generación por intentar cambiar las cosas que tanto critican, es porque los políticos no consiguen transmitir la importancia del evento.

En esta campaña se espera de los candidatos otros mensajes. Entre la demagogia socialista de Elena Valenciano sobre la desigualdad entre ricos y pobres, la gente debería saber que no elegimos, en su caso, una opción que podrá cambiar algo sobre el aborto (porque el Parlamento europeo no tiene capacidad legislativa en esta cuestión), sino que va a tener que tejer grandes acuerdos en materia económica y en política contra las mafias que manejan a los inmigrantes ilegales. Por ejemplo.

Entre los sueños anticapitalistas de Izquierda Unida ,que se presenta como la única alternativa para derribar a la troika, la gente debería saber qué hubiera sido de este país si su sistema financiero no hubiera recibido las ayudas europeas.

Si un alto porcentaje de ciudadanos ignora todavía qué va a ocurrir el próximo 25 de mayo (aparte de ser el día de la resaca futbolística del partido de la final de la Liga de Campeones), cómo esperan los políticos que la gente sepa quienes son Schultz, Juncker, Tsipras o Verhofstadt?

Si, además, ocurre que el Gobierno vasco trabaja con la idea de dejar de dar publicidad a la participación en las elecciones «por respeto a la abstención», se están echando piedras sobre su propio tejado, desde donde debería, se supone, fomentar la participación en la expresión más nítida de la democracia.

Hace años, un ilustre colega que triunfó un tiempo en el País Vasco defendía con entusiasmo el voto en blanco para transmitir, decía, el castigo «activo» a los políticos. Le parecía mucho más aleccionador y se distanciaba, así, del perfil del perezoso o el ‘pasota’ que suelen parapetarse muchas veces tras la abstención. No contento con depositar la papeleta desnuda en la urna, solía pronunciar un pequeño discurso ante los integrantes de la mesa de su colegio electoral para que quedara constancia de su descontento.

Tan entusiasta era de esa actitud, que acabó convencido de la necesidad de fundar el partido «blanquista». La cosa no llegó a mayores. Pero nada habría cambiado la sordera de tantos políticos que no les interesa que les distraigamos el discurso. Claro que, ante las críticas y el desapego, no todos reaccionan de la misma manera.

Desde el PNV, su candidata, Izaskun Bilbao, tiene poca cintura para las críticas. No encaja bien que se cuestione su gran esfuerzo parlamentario en Europa por parte de otros adversarios políticos. Se meten con ella, vaya por Dios. Qué contrariedad. Un revés menor, de todas formas, que el que supone que los sondeos den a ERC como la fuerza que en Cataluña va a obtener más votos, por encima de la coalición que comparten CiU y el PNV. Lo cierto es que en ese magma de 751 escaños, el trabajo de los pequeños grupos pasa muy desapercibido. !Incluso , muchas veces, el de los grandes! Pero en vez de quejarse de lo poco que salen en prensa, deberían explicar cómo es eso de elegir, por primera vez, al presidente de la Comisión. De dónde salen los denostados «hombres de negro». Por qué no tenemos en Europa una Reserva Federal como la de Estados Unidos. Pero se enzarzan en otras batallas. Si UPyD pasa de un escaño a dos y Ciudadanos logra sacar la cabeza, será un triunfo para ellos, pero la fuerza que van a tener será muy limitada.

El PP, desde su responsabilidad de gobierno, exhibe las ayudas a la agricultura y pesca y asegura que no habrá más ajustes dolorosos. Pero no está logrando motivar a los suyos, por mucho que Iturgaiz diga que «el 80% de las decisiones que nos afectan proceden de Europa».

Queda menos de una semana. A ver si bajan al terreno más cercano. La foto de Oriol Junqueras, en Cataluña, abrazando en el mitin de su partido a Pasqual Maragall, incendió las redes sociales. Era la imagen de un partido utilizando a un enfermo de alzheimer. No puede ser que el mensaje que mayor predicamento tenga sea el que encasille a los partidos para decir que «son todos iguales».

No podemos haber recorrido treinta y siete años de democracia desde las primeras elecciones del 77 para llegar a degenerar en este peligroso estado de ánimo.