La empresa se mostró dispuesta a no poner en marcha la central hasta que se convocara un referéndum sobre la misma. Era una falsa condición. En sus aspectos más grotescos, ETA parecía imitar los modos del Frente Popular de Judea en ‘La vida de Brian’, secuestrar a la mujer de Pilatos ofreciendo su libertad si se desmantelaba el Imperio romano en el plazo de tres días. El cadáver de Ryan fue abandonado en una pista forestal junto a Zarátamo con los ojos vendados y las manos atadas a la espalda. Parecidas condiciones impusieron en julio del 97 al secuestrar a Miguel Ángel Blanco, exigiendo el acercamiento de los presos de la banda terrorista en 48 horas.

Tengo una anécdota muy personal de aquellos días de febrero. Hubo una gran manifestación de protesta convocada por todos los partidos. Bueno, por todos no. El partido madre de EH Bildu, socio del Gobierno Sánchez-Iglesias, no convocó ni condenó el asesinato. El lunes, día 9 estaba citado en la Facultad de Económicas para un examen de Econometría. En la puerta había un cartel que daba noticia de la suspensión por la huelga general convocada para ese día, y una nueva convocatoria para el lunes siguiente, 16 de febrero.

El viernes, día 13, murió en la DGS el etarra Joxe Arregi, que había sido sometido a torturas, por lo que el lunes volvimos a tener otra cita infructuosa y un nuevo aplazamiento del examen para el lunes siguiente, 23 de febrero. El examen comenzó a las cuatro y al salir, a eso de las seis y media tuvimos noticia de que se estaba desarrollando un golpe de Estado en el Congreso de los Diputados.

Mientras, ETA (pm) buscaba su cuota de protagonismo internacional mediante el terrorismo de fantasía del que habían hecho su especialidad. El 19 de febrero secuestraron a los cónsules honorarios de Austria, Hernán Díez del Sel, y El Salvador, Antonio Alfaro en Bilbao y al de Uruguay en Pamplona, Gabriel Biurrun. Fracasaron en el intento de hacer lo propio con el cónsul portugués en San Sebastián, Joao Santos Ubat Chaves y el del cónsul de la RFA, Eugene Beihl, que ya había sido secuestrado en diciembre de 1970, al comienzo del proceso de Burgos.

Un cuarto de siglo cumple hoy el asesinato de Fernando Múgica Herzog, a quién Txapote y Valentín Lasarte mataron de un tiro en la nuca en la calle San Martín. Cuando su hijo José María, que caminaba por la acera de enfrente se volvió hacia ellos, Lasarte lo encañonó. Valentín Lasarte, condenado a 30 años, fue puesto en libertad en 2015. Rubén Múgica se lo ha encontrado alguna vez en San Sebastián. Como escribió hace 13 años a la memoria de su padre: “No es cuestión de ventaja, sino de justicia. Sin olvido ni perdón. Lejaím”. El lunes, 18 años de Joxeba Pagaza en aquel bar Daytona. El domingo próximo un cuarto de siglo del asesinato de Tomás y Valiente por Jon Bienzobas. “Están asesinando a mis amigos”, dijo entonces Felipe González. No eran amigos de Sánchez ni Marlasca. Quizá por eso han acercado a Bienzobas desde Cádiz a Dueñas.