Aragonés, el socio preferente

TEODORO LEÓN GROSS-EL PAÏS

  • El Gobierno no puede confiar en sus apoyos parlamentarios en un momento crítico para el Estado

El nuevo molt honorable toma el testigo de la hoja de ruta. Con un Parlament muy escorado a la izquierda, no ha vacilado por un instante en certificar que en Cataluña no hay eje ideológico, sólo el procés interminable. Ayer tendió la mano al PSC, contra el que tiene firmado un humillante cordón sanitario, y a los Comunes, después de pactar con la derecha. Es el teatrillo cínico marca de la casa. Junts está ahí para boicotear toda posibilidad de entendimiento con el Gobierno de España; y también las CUP. Claro que todo esto en Cataluña, atrapada en su propio bucle melancólico, ya ha dejado de ser incluso noticia. Pero ERC es socio preferente del Gobierno en la mayoría de la legislatura —aritmética parlamentaria reclamada por Unidas Podemos y asumida por el PSOE— que incluye a Bildu, grupo que esta semana denunciaba la “militarización de la crisis humanitaria”. No es raro que Sánchez haya pedido “unidad y responsabilidad por parte de todos los grupos parlamentarios, singularmente de la bancada conservadora, para que estén con el Gobierno de España en este momento crítico”. Más allá de los oportunismos partidistas, este es un asunto al que no se debería restar trascendencia: el Gobierno de España no puede confiar en sus socios preferentes en un momento crítico para el Estado. Ese mensaje de Sánchez apelando a los partidos conservadores a los que suele despachar de modo muy áspero, ¿no es la imagen misma de un estado de cosas en definitiva demencial?