Hoy, con el año, termina el mes más cruento en lo que respecta a violencia machista desde que existen registros y de materializa una crisis política entre los dos socios de Gobierno que carecía de precedentes desde la moción de censura. Nunca se había dado, en efecto, que podemitas y sanchistas se reprochasen mutuamente cualquier cosa que de la que podrían acusar conjuntamente al PP.

Al hilo del repunte que han experimentado los asesinatos machistas en este último mes del año, una feminista radical de apellido premonitorio  ha venido a concluir en Telemadrid que el asunto radica en que los hombres acostumbran asesinar a sus mujeres. Es, por lo visto, una costumbre, como morderse las uñas o hurgarse las fosas nasales con el dedo índice. “Por Dios, pero no todos”, dijo la presentadora, en un intento de acotar la hipérbole.

Los asesinatos de mujeres habían tenido explicaciones o caracterizaciones  pintorescas. La descabellada hipótesis de Fallarás desmiente una de las más arraigadas, que las matan por el simple hecho de ser mujeres, afirmación que se revela falsa en todos sus aspectos, desde el supuesto de que el hecho de ser mujeres sea simple hasta el móvil. No las matan exactamente por ser mujeres, sino por ser sus mujeres y creerse con un derecho de propiedad sobre las mismas.

¿Por qué hay hombres que matan a sus mujeres? Jon Juaristi respondería con la tautología inapelable que usaba para señalar la causa de los asesinatos en los años más letales del terrorismo: porque hay mucho asesino suelto. Efectivamente, las cifras cantan y la ley Sisí perpetrada por las indoctas de Igualdad rebaja las penas a los agresores sexuales hasta la puesta en libertad en algunos casos. Ayer, a la hora de cerrar esta columna eran 133 delincuentes beneficiados con la reducción de penas que permite una ley descabellada y una veintena de ellos agraciados con la excarcelación.

Esto de liberar asesinos y violadores es una tradición socialista de casi diez años de antigüedad. Zapatero puso a un juez propio, Luis López Guerra, en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Su principal conquista fue la derogación de la doctrina Parot en respuesta a un recurso de la terrorista Inés del Río Prada, autora de 24 asesinatos por los que fue condenada a 3.828 años de cárcel. El TEDH con López Guerra a la cabeza condenó a España por aplicar la doctrina Parot a la condenada y a indemnizarla con 30.000 euros. La puesta en libertad de Inés del Río fue seguida en catarata por las de decenas de presos de la banda y de cierto número de violadores y asesinos, cuatro de los cuales volvieron a lo suyo apenas excarcelados: Pedro Luis Gallego, el vioador del ascensor (también llamado el violador de La Paz) condenado a 328 años por 18 violaciones y dos asesinatos, los de Olga Sangrador y Leticia Lebrato. También fue puesto en libertad Félix Vidal Anido, el violador del estilete, autor de 57 violaciones; Pablo García Ribado, el violador del portal condenado a 1.721 años de cárcel como autor de 74 violaciones y Antonio García Carbonell, violador de una niña de 14 años, en cuyo lugar, la hoy ministra de Defensa, Margarita Robles, condenó a 18 años de cárcel a Ahmed Tommohui basándose en una identificación errónea de la víctima, dado el gran parecido físico con el verdadero violador. Los cuatro citados volvieron a ser detenidos por reincidentes.