‘Arte povera’

EL CORREO 03/06/13
MAITE PAGAZAURTUNDÚA

Las bolsitas de basura, muchas azules, colgadas en los balcones protestan contra la campaña de reeducación ecológica, euskalmaoísta, que desarrolla la nueva Batasuna en la provincia de Gipuzkoa. El colgajo, ni muy cargado, ni poco, parece crear en algunos edificios todo un manifiesto del ‘Arte povera’, la tendencia artística que utilizaba materiales pobres, de desecho –nunca mejor dicho– y que se enseñoreaba de los espacios para llamar a la interrelación con el público.
En otros balcones cuelgan ikurriñas y pancartas en favor de que los presos por graves delitos que pertenecen a la organización terrorista ETA regresen a la comunidad que les vio nacer, crecer, convertirse en perseguidores fanáticos de sueños patrióticos y además en colaboradores o asesinos de seres humanos. Lo piden como si nada hubiera pasado, como si las atenciones humanitarias se encontraran escindidas en las mentes y en las aceras de la tierra vasca y tratando de aliviar de cualquier apuro de la conciencia a los padres, hermanos, hijos y amigos de los asesinos a los que apoyan incondicionalmente. Degradan así a los asesinados, a los mutilados en cuerpo o alma por ellos. Ni se plantean que provocar la vergüenza personal o comunitaria podría ser una fuerza de liberación de tanto mal.
La rebelión en algunos pueblos de Gipuzkoa clama contra el mal pequeño de la basura, pero no contra el mal grande, terrible, que inevitablemente lastra esta tierra. No hay pancartas en los balcones que pidan verdad y justicia para los casos de asesinato sin resolver. No hay pancartas en los balcones que pidan que los asesinos condenen un pasado injustificable para regenerar el tejido moral y social dañado (aitzakirik gabe, sin pretextos). No hay cientos de miles de globos blancos en los balcones para acompañar a las víctimas y decirles que la mezcla del miedo y del prejuicio las expulsó de la comunidad y que un día, cuando el tejido se regenere, se podrían soltar todos juntos en su memoria, con decencia, sin mentira, sin eufemismos. Falta una campaña tan poderosa como aquella campaña del lazo azul, pero forzando, esta vez, a las bestias de la sima a no agredir, a aguantar, a cambiar.
La protesta sólo contra la tiranía pequeña queda desangelada, incluso si el mundo de Batasuna se resiente de la pequeña audacia ciudadana. Falta la tarea de mirar atrás –y hacer mirar– la responsabilidad que imposibilite el tartufismo de ETA y su mundo de apoyo. En otro caso, la violencia moral persistirá, así como el chantaje de la amenaza del retorno de otras formas de violencia, y persistirá sobre todo la indecencia y la basura… la basura, la basura, la basura, tanta basura…