EL MUNDO 12/02/13
· Advierte de que la crisis de confianza y el desánimo entre los catalanes son «altos»
El presidente catalán, Artur Mas, evidenció ayer que los casos de corrupción que se están destapando pueden obstaculizar el proceso soberanista que impulsan CiU y ERC. «En el derecho a decidir, cuyo horizonte debe ser tener un estado propio, tenemos tres handicaps entrelazados y que dificultan este proceso: la recesión económica, las grietas en el Estado del Bienestar y todos los temas vinculados a transparencia, fraude e irregularidades. Todo esto va junto», expuso Mas en el discurso de clausura de la XV Asamblea de la Asociación Catalana de Municipios.
Mas, que señaló que «estas tres batallas se deben librar juntas porque obstaculizan ese objetivo de Cataluña», intentó plantear algunas soluciones para afrontar el problema. Un reto «para nada pequeño» que «pasa por eliminar las malas prácticas e, incluso, instaurar un código de buenas prácticas desde el punto de vista de las instituciones y de la sociedad en su conjunto», dijo el político catalán que hace tan sólo seis días presidía una cumbre anticorrupción que convocó el mismo Gobierno de la Generalitat, y que tendrá una segunda parte el próximo viernes 22 de febrero.
En su opinión, el país vive inmerso en la desconfianza porque «esa sensación de irregularidades generalizadas no sólo es una sensación, sino una cierta realidad, seguramente menos de la que se dice, de falta de transparencia, irregularidades, malas prácticas y comportamientos que no se deberían hacer». «Nos tenemos que ir quitando de encima esta situación de desconfianza que se ha generado. Es nuestra obligación y nuestra obsesión», aseguró Mas.
Para actuar en este sentido, el líder convergente abogó por que «la gente en general debe entender que para hacer todo esto, que es tan inmenso, grande y complejo», no se vale con unos pocos, que «el reto de país es demasiado grande como para que unas pocas instituciones o personas solas puedan sacarlo adelante».
En esta línea, animó a los representantes de la Administración local -que escuchaban su discurso como colofón de la XV asamblea de la Asociación Catalana de Municipios- a «luchar contra el desánimo», porque se trata del peor adversario en el camino emprendido, y son precisamente los ayuntamientos los que tienen un mejor conocimiento de la realidad diaria de las personas y, por tanto, los que mejor puede tomar la temperatura del momento. Así, advirtió de «la fiebre» y el desánimo entre los catalanes, que es «alta» y seguirá siéndolo si no se combaten sus síntomas, algo que deberá hacerse desde Cataluña, porque el Gobierno «legisla en materia autonómica y local desde despachos cerrados a la realidad». «Cuando pones el termómetro en nuestras calles, plazas, barrios y distritos, entre la gente, añadió, observas que tenemos fiebre. La fiebre está y además es relativamente alta. Pero es importante saber cuál es el origen y los síntomas de esta enfermedad, porque si no los identificamos, nos equivocaremos en las soluciones», alertó.
Mas se quejó también de que Cataluña no cuenta con las herramientas que necesita, a nivel presupuestario, de diplomacia y de capacidad de crear opinión en el conjunto de Europa, pero también para hacer frente a los tres handicaps identificados: «Los instrumentos no los tenemos, y los que teníamos nos los discuten a cada minuto y nos los intentan quitar continuamente», aseguró refiriéndose a las actuaciones que ha emprendido el Gobierno de Mariano Rajoy contra diversas medidas legislativas.
Mas insistió en que la Generalitat no sólo tiene menos competencias de las que debería, sino que además está sometida a una «operación» por parte del Estado para recentralizar aspectos que laminan todavía más su capacidad de decisión, lo que va en contra de aquello que exigen los tiempos modernos. «Cuando los gobiernos españoles legislan, muy a menudo legislan desde despachos cerrados a la realidad, con mentalidad no sólo intervencionista, sino absolutamente burócrata», indicó, en referencia a la reforma de la Administración local que prepara el Ejecutivo, y que Mas vaticinó que afectará a las competencias municipales, pero olvidará la financiación, lo que ve contraproducente e injusto para los ayuntamientos.
«Normalmente aciertan muy poco», denunció en relación a las reformas, que además siempre van en la misma línea, y ello aunque lo desvinculara de una hipotética mala fe, sí que apunta a un gran despiste por parte de aquellos que redactan las leyes, censuró el presidente Mas.
EL MUNDO 12/02/13