Artur ‘Zelig’

EL MUNDO – 30/12/15 – ANTONIO LUCAS

· Sucede que en Cataluña la CUP armó definitivamente la españolada. El empate a 1515 que SÍ y 1515 que NO alcanza las herrumbrosas cimas de lo bufo. Estos gags no resuelven nada pero aportan verdades. Por ejemplo, que Artur Mas es nuestro Leonard Zelig. Me explico: Zelig es un personaje extraordinario creado por Woody Allen. Un tipo que desarrolla la capacidad sobrenatural de cambiar de apariencia adaptándose al medio en el que se desenvuelve. Algo así como un camaleón que emproa la mandíbula hacia donde sopla el viento.

Nuestro Artur Zelig se estrenó como chico de los recados de la familia Pujol (la más palermizada de las sagas hispánicas). Luego tomó rumbo al nacionalismo, camuflado de delfín. Después opositó a redentor de una ansiosa Catalunya lliure en medio del festival de corrupción que él, como ATS de su maestro, mantiene con sedación artificial. Y después se afianzó en el terco apeadero de la independencia convertido ya en un doble de sí mismo, que consiste en darse él solo la razón cuando la necesita. Este es Artur Zelig.

Lo que no era posible calcular es tanta humillación como acepta. La mendicidad en la que ha caído. El limosneo sin gracia ni oportunidad cuando una mitad se apunta y la otra mitad se desapunta para barrerlo. A este hombre sólo le queda opositar a maletero de Antonio Baños, achicándose más aún hasta concretarse en una mala imitación de Baños. Pudiendo haber escapado de su propio delirio con unas décimas de pundonor, terminará envuelto en una bata de satén para retirarse llorando. Artur Zelig ha pasado de President a extra en la compañía de galas orientales de Manolita Chen.

Es lo que tiene el ponerse a la altura de la pequeñez del enemigo (los paisanos que lo torean allá). El calado de la situación es fabuloso. Cataluña al completo depende por ahora de unos 3.000 colegones que optan por quedarse para siempre en la provincia viendo Cine de Barrio con subtítulos caseros. Y a la espera de cómo les atice en la próxima quedada el viento de garbí anda Artur Zelig, tomando clases nocturnas y aceleradas del parrandeo tipo CUP. Qué pena de yerno, tú.

Hay hombres incapaces de distinguir una misión de una trampa. Inmunes al ridículo. Gentes capaces de no ser nadie y ser a la vez cualquiera. Tipos que abandonan su identidad para formar parte de algo, lo que sea. No es un problema físico, sino mental. Empiezan en la vida de narcisistas y acaban de taquilleros de su propia comedia. Artur Zelig es el presidente más raro de la historia moderna de España. Ha alcanzado el norte magnético de la política, que es el lugar que apunta la aguja imantada de una brújula (el polo norte magnético) y que no coincide con el Polo Norte. Es lo que pasa con su parte del procés independentista, que se lo han jarrapellejeado mientras continúa (pobretico) de cara a la tapia contando hasta el infinito para un escondite en el que sólo está él.

Un hombre con síndrome camaleón no puede ser tomado en serio. Menos aún cuando se arrastra indecentemente por no perder lo que ya ha perdido. Este es el percal de Navidad. Así vamos. Artur Zelig, mientras, parece que ensaya el acento para mutar a español.

EL MUNDO – 30/12/15 – ANTONIO LUCAS