JOSÉ IGNACIO TORREBLANCA-El Mundo
DICEN que no hay confianza entre el PSOE y Unidas Podemos. Pero eso no debería representar un problema para llegar a un acuerdo. Para que dos partes rivales que compiten por un mismo bien (el poder) puedan generar confianza, la teoría de juegos tiene una estrategia. Se llama toma y daca (tit for tat) y prescribe que el actor que inicia el juego debe empezar cooperando y el que lo sigue debe replicar el movimiento del primero. Si el primero empieza cooperando, el segundo debe responder cooperando, y así sucesivamente. Pero si el primero comienza con un ataque el segundo debe responder con otro ataque. Por la misma razón, si uno comienza cooperando y el otro responde atacando, la respuesta del primero deberá ser el ataque. De esa manera, los actores aprenden a cooperar y superan sus diferencias.
Las dinámicas cooperativas funcionan cuando los dos actores piensan que la cooperación mutua es más beneficiosa para los dos que el conflicto. Lo que no parece ser el caso aquí pues Sánchez-Redondo parecen estar convencidos de que el conflicto (ir nuevamente a elecciones) beneficiaría al PSOE y perjudicaría a Unidas Podemos. De ahí que estemos asistiendo a un juego de desgaste para forzar a Unidas Podemos a entregar la investidura gratis bajo el temor de que si vamos a elecciones tendrá que igualmente entregar la investidura gratis pero añadiendo una importante merma de escaños. Dicho de otra manera, el PSOE está sometiendo a Unidas Podemos a un asedio medieval: si se somete ahora sus expectativas serán mejores que si lo hace luego.
La cuestión es que los asedios son también son costosos para el atacante, en tiempo y recursos y, nunca se sabe, pueden cambiar las circunstancias. Dar por hecho que unas nuevas elecciones barrerían a Unidas Podemos es arriesgado: igual que se habla de la niebla de la guerra, existe la niebla electoral; la campaña puede ser un fiasco, el candidato puede hundirse en el debate, los votantes pueden reaccionar inesperadamente, desertar de las urnas o calcular mal las consecuencias de su voto. La clave está por tanto en los votantes de Unidas Podemos: ¿castigarían a Iglesias porque cuando estaba a un milímetro de hacerse con una vicepresidencia y tres ministerios la pifió con una última exigencia? ¿O la negativa de Sánchez a darles entrada en el Gobierno reforzaría su fidelidad a Unidas Podemos? Sánchez ha elegido una estrategia de fuerza, pero quizá esa sea su principal debilidad: una victoria tan brutal y fría como la que está buscando puede volverse en su contra y reforzar la cohesión de los votantes de Unidas Podemos.