Del Blog de Santiago González

El oficio de asesor está de capa caída últimamente. Recordarán ustedes a Dina Bousselham, asesora íntima de Pablo Iglesias en sus primeros tiempos del Parlamento Europeo, antes de que lo fuesen: Tania Vaciamadrid, aquella compañera que hacía visos de externalidad, (recuerden: “no vamos a entrar en Podemos, ¿quiere que se lo repita otra vez?”), la  Irene Ceaucescu, que acabó desplazándola detrás de la columna para acabar ganando, primero portavocía, y luego Ministerio.

Bueno, pues Dina Bousselham, cuyo móvil proporcionó a Villarejo bastante material, acaba de dejar Podemos, aunque no ha abandonado la causa. Dirige un. dizque medio de comunicación, ‘La Última hora!’ que se anuncia como un evacuatorio de los malos humores de Podemos y de todo lo que moleste al jefe de la tropa. Véase para muestra el titular de ayer: ‘Marcos de Quinto, alias “el coca-colo”, la vuelve a liar en Twitter’. Ingenio romo adobado con zafiedad. Es verdad que De Quinto había escrito en un tuit que “no podemos permitirnos estar a expensas de este payaso de vicepresidente”. Respondió el vicesegundo que ser payaso es un honor, pero no lo ilustró con una foto de Charlie Rivel o Marcel Marceau, sino con una del Joker, un fracasado que tornó en psicópata. Iglesias no pudo ser Sánchez, que hasta en la psicopatía hay grados y se ve en Joker, como antaño se veía en los Panteras Negras. En plan payaso podía haber elegido a John Wayne Gacy, el payaso asesino, 33 víctimas hasta su detención.

Ella ya ha dado muestras de su zafiedad. Recuérdese que en el turbio asunto de su móvil, ella tenía entre sus tesoros aquella conversación de Iglesias y Monedero sobre los azotes que propinaría a Mariló Montero “hasta que sangre”.

Ayer tomó posesión de la alcaldía de Badalona Xavier Gª Albiol y aunque no es santo al que le profese una devoción extraordinaria, creo que el PP catalán está en mejores manos con Alejandro Fernández, Albiol fue el head hunter que descubrió como asesor a Iván Redondo, no les digo más. Pero la sonrisa de ayer del nuevo alcalde con la vara entre las manos era un acto de justicia poética.  Recuerden que el PSC aupó a Dolors Sabater a la alcaldía en 2015, aunque el PP la quintuplicaba en número de concejales. Pero en junio de 2018 le planteó una moción de censura, que la sustituyó en el sillón de la alcaldía por el socialista Alex Pastor, que aguantó en el cargo menos de dos años, porque el pasado  22 de abril tuvo que dimitir al ser sorprendido conduciendo bajo una ingesta alcohólica mayor que la recomendable y soltarle a uno de los mossos que lo detuvieron patadas, puñetazos y un mordisco en la pierna.

Incluso en un ámbito tan reacio a la dimisión como la España sanchista, Alex Pastor tuvo que entregar la vara. Una cosa es plagiar una tesis doctoral o encargar la fechoría a un tercero, pero morderla la pantorrilla a un guardia son palabras mayores. Total, que el alcalde dimitió y el partido de Miquel Iceta, propuso sustituirlo por la misma Dolors Sabater a la que había censurado 22 meses antes. Ella no quiso, quizá por pudor, quizá porque frente a esta chusma siempre es posible un último y pequeño arrebato de decencia.