ABC – 11/03/16 – IGNACIO CAMACHO
· La apuesta al rojo de C’s es el mayor éxito de Sánchez: ha logrado aislar al PP y abrir las primeras grietas en Podemos.
Ala célebre capacidad de aguante de Rajoy le ha salido una peligrosa competencia: la tozuda, correosa perseverancia de Pedro Sánchez. Poco a poco y más a base de improvisación que de estrategia, el aspirante socialista ha ido forjando una ventaja sobre la que asentarse como exclusiva referencia para evitar la repetición electoral. Mientras el presidente permanece atrincherado en La Moncloa, a la espera de que el tiempo le ofrezca el clavo ardiendo de las elecciones, su adversario consolida la primacía que le otorgó la espantada marianista.
Con la audacia de quien no tiene nada que perder ha ocupado los espacios cedidos por el rival a costa incluso de promover una investidura fracasada. Forzando los límites del juego limpio está donde quería: como única alternativa al regreso a las urnas. Ante la pasividad de su oponente ha creado en la opinión pública el marco mental de que sólo él puede formar Gobierno. Aunque ni siquiera sepa qué clase de Gobierno.
Sánchez fue el candidato que mejor supo leer el diabólico resultado del 20-D. Era malo para todos, pero él se dio cuenta inmediatamente de que, a pesar de su propio descalabro, si bloqueaba al PP tenía una opción más que el resto. Y a eso se ha aplicado desde entonces: a cerrarle los espacios al ganador para intentar convertirse en presidente por carambola. Lo que quizá no imaginase es que iba a acabar encontrando inesperadas facilidades.
La férrea obstrucción aplicada sobre Rajoy ha logrado inmovilizarlo; de forma incomprensible, el PP se ha aislado a sí mismo, incapaz de abrir brecha o de tomar la iniciativa y envuelto en el debate sobre la continuidad del presidente, que Albert Rivera estimula desde fuera para aumentar el atasco. La apuesta al rojo de Ciudadanos es hasta ahora el mayor éxito de Sánchez: ha cercado a la derecha, neutralizado las reticencias del propio PSOE e incrementado la presión sobre Podemos hasta el punto de abrir severas grietas en el entorno de Pablo Iglesias.
El debate interno del populismo es una gran noticia para el candidato socialista, aunque en este momento todas las noticias, buenas o malas, sean provisionales; lo importante serán los estados de ánimo en la última semana de la cuenta atrás para el final del plazo. En cualquier caso, siete días después de su segunda derrota, está mejor situado que entonces y mucho mejor que en diciembre. Lo que no está nada mal para quien salió de las urnas casi desahuciado.
Gran parte de su avance se debe, sin duda, a los errores marianistas. El presidente se resignó al bloqueo confiado en vencerlo por resistencia pasiva, y se ha autoencerrado. Por primera vez, su aptitud para la resiliencia ha encontrado enfrente el espejo de una tenacidad que tal vez haya menospreciado con cierta arrogancia. He aquí un duelo inédito de dos instintos diferentes de supervivencia: el de un perdedor rebelde contra un ganador replegado.
ABC – 11/03/16 – IGNACIO CAMACHO