Hace ya casi 30 años, en la campaña para las elecciones de 1993, Ricardo y Nacho resumieron el estado de las cosas en una viñeta que representaba un combate de boxeo entre los candidatos Felipe González y José Mª Aznar. El árbitro pronunciaba las palabras rituales: “Que gane el mejor”, y el público rugía como un solo hombre: “¡No!¡Que gane el otro!”
A menos de un mes del 13-F de los comicios autonómicos de C y L las cosas en la política se han perfeccionado hasta tal punto que la mejor oportunidad de cada candidato consiste en dejar que su adversario trabaje para él. Así les pasa a Sánchez y Casado, los dos que se baten en Castilla y León los primeros lances de una batalla en la que se juegan el asalto final a la Presidencia del Gobierno. Casado ha trabajado para Sánchez desde la destitución de Cayetana, qué gran portavoz, y con más ahínco desde la guerra total que declaró a Abascal en la moción de censura. Pedro Sánchez, que en el fondo debe de ser un caballero, ha sabido corresponder apoyando a Pablo Casado en la medida de sus posibilidades, demostrando, por ejemplo, que es un presidente sin capacidad para destituir a una calamidad pública de las proporciones de Alberto Garzón, que encima se jacta de su inmunidad que lo llevará como ministro hasta el fin de la legislatura.
Los ministros podemitas apoyan a su inane de Consumo, a su estilo, claro. Ione Belarra, la pobre, lo respalda acusando al PP de “mentir a conciencia”. Podría haber añadido: no como nosotros, que mentimos sin querer. Esta criatura debería saber que el concepto de mentira lleva ímplicita la idea de que sea a conciencia, aposta, adrede o voluntariamente. Tengo ya explicadas varias veces que la mentira de las bombas en los trenes de Atocha no estaba en los musulmanes rasurados y forrados de gayumbos, sino en que a la Ser se lo confirmaron tres fuentes distintas de la lucha antiterrorista.
Esto se contagia. Luis Planas, ministro de Agricultura y Pesca, cargo este que viste con compostura facial de escómbrido, tardó en descalificar a Garzón, pero lo hizo, no sin acusar al mismo tiempo al PP de haber transformado unas declaraciones desafortunadas en argumento de campaña. Usar las meteduras de pata del adversario en su favor electoral, ¿dónde se habrá visto? No es ya que los ministros de Podemos se declaren ajenos al mando de Moncloa; los propios socialistas declaraban melancólicamente a Lucía Méndez su sentimiento de impotencia ante la chulería de sus socios de Gobierno.
Los sondeos anuncian una victoria notable para el 13-F del popular Mañueco que ayer se alzaba con un triunfo apabullante en el XIV Congreso del PP de Castilla y León, 98,26% de los delegados. Mañueco es manifiestamente mejorable como candidato, pero debe tenerse en cuanta que trabajan en su favor el socialista Tudanca y el candidato naranja Paco Igea, que parece empeñado en lucha sin cuartel contra él mismo y su partido al anunciar que no propiciará un Gobierno con el PP, salvo que el objetivo de la coalición fuese hacerle presidente a él. Misterios de Ciudadanos. La candidata más votada en Cataluña, 36 escaños, no se atrevió a optar y reclaman la Presidencia con unas encuestas que les auguran un triste, solitario y final procurador en Las Cortes de C y L.