La dirigente vascofrancesa de Batasuna Aurore Martin reapareció ayer en Bayona, cuatro días después de que varias decenas de simpatizantes de la izquierda abertzale impidiesen su detención en esta misma localidad en virtud de una euro-orden dictada por la Audiencia Nacional. Está acusada por la Justicia española de integración terrorista al haber pertenecido a la mesa nacional de la formación proscrita entre 2005 y 2008.
Martin encabezó ayer una manifestación para protestar contra la orden judicial, validada por el Tribunal Supremo galo. La marcha estaba encabeza por una pancarta en la que podía leerse ‘Respeto a los derechos civiles y políticos’, portada por diferentes cargos electos y sindicales, así como por la propia portavoz independentista.
La dirigente de Batasuna llegó al punto de partida rodeada de medio centenar de amigos y familiares, entre ellos, su propia hermana. Su aparición fue recibida con aplausos por el resto de asistentes a la protesta, unas 2.500 personas.
En declaraciones a los medios de comunicación, Martin afirmó sentirse emocionada. Asimismo, dijo ser consciente de lo que le espera, en alusión a su próxima detención, pero subrayó que «la batalla política y la de la movilización está ganada», y se mostró dispuesta a «llegar hasta el final».
También intervino la portavoz de Askatasuna, Anaïs Funozas, y el del Nuevo Partido Anticapitalista, Claude Larrieu, quienes leyeron un comunicado en el que se denunció que se reclame a Martin «como miembro del buró nacional de Batasuna, un delito en España, pero no en Francia», donde la organización es legal.
El acto transcurrió de manera pacífica bajo la vigilancia de la Policía, que no intervino, a pesar de que el ministro galo del Interior, Claude Guéant, subrayó tras lo sucedido el lunes que Martin es objeto de un mandato de arresto, «que la Policía francesa tiene el deber de ejecutarlo y que será aplicado». La joven reclamada reapareció el pasado sábado en Biarritz tras permanecer seis meses en la clandestinidad. Dos días después, los agentes acudieron a su domicilio a detenerla para entregarla a la Justicia española. Pero los funcionarios se vieron desbordados y suspendieron la operación.
EL CORREO, 26/6/2011