Autonomías en apuros

Editorial, EL CORREO, 29/7/12

El modelo de Estado está fuera de cuestión, pero han de primar la eficiencia y la austeridad

La fuerte asimetría entre las comunidades autónomas, acentuada por la última reforma estatutaria de algunas de ellas, ha puesto en riesgo con la crisis la estabilidad del sistema; de un modelo en el que las autonomías, que gestionan más de un tercio del gasto público, no recaudan la mayor parte de sus ingresos, sino que los reciben del Estado. Lógicamente, el descontrol fiscal, que fue relativamente manejable en la época de las vacas gordas, ha requerido medidas correctivas al sobrevenir la escasez. La principal, la reforma de la Carta Magna que constitucionaliza la estabilidad presupuestaria, aprobada con el consenso PP-PSOE (el PSOE no apoyó, sin embargo, la ley de estabilidad presupuestaria que la desarrolla, aunque sí lo hizo CiU), que permite al Gobierno poner límites al gasto de las regiones, con el acuerdo del Tribunal Constitucional, que avaló tal control. La herramienta para llevar a cabo ese control es el Fondo de Liquidez Autonómica (el FLA), que permitirá a las autonomías disponer de hasta 18.000 millones de euros, naturalmente con una estricta condicionalidad, muy semejante a la que impone Bruselas en los rescates (incluso en la línea de crédito acordada para la recapitalización de la banca española). Las autonomías -en especial, la catalana- hubieran preferido los ‘hispanobonos’ pero, curiosamente, Montoro se ha negado a otorgarlos porque no es partidario de la mutualización de la deuda (el mismo argumento con el que Merkel niega a España los eurobonos). El FLA, que embridará el gasto autonómico, deberá ser prorrogado en 2013 con más recursos y habrá de conducir hacia un acuerdo de armonización autonómica en materia fiscal, que limite el gasto y permita al Estado en su conjunto cumplir los compromisos de convergencia que Europa nos impone. Sería absurdo que la periferia considerara humillante el control estatal y, en cambio, constructivo y moderno el que impone Bruselas. En definitiva, este país tiene que caminar hacia fronteras federales, hacia un modelo más eficiente y austero en que los ámbitos estatal, autonómico y local se coordinen en un bien engrasado sistema institucional generosamente descentralizado pero con la debida cohesión y con una bien definida coherencia interna.

Editorial, EL CORREO, 29/7/12