Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo

  • Algunos ministros quieren fijar precios de venta, otros regular salarios, todos subir cotizaciones. ¿Dónde terminará esto?

Creo que es la tercera vez este mes que le comento las maniobras intervencionistas de este Gobierno. Lo siento. Pero que conste que no me repito, pues las tres han sido por motivos diferentes. Esta de hoy lo es por dos nuevos. La decisión de Ferrovial de trasladarse a los Países Bajos le ha producido graves escoceduras.

Es normal que así sea, pues supone una bofetada en pleno rostro frente a los discursos triunfalistas. Pero no crea que lo ha hecho por las razones habitualmente esgrimidas relacionadas con mermas en la recaudación fiscal.

Eso de que va a pagar allí menos que aquí, es solo cierto en algunos aspectos muy parciales, como la deducción de beneficios recibidos de las filiales. Una actitud que en todo caso sería lógica, pues la legislación española impone, de facto, una doble imposición al 5% que no se puede deducir. Pero nada de mejoras personales que han sido desmentidas con rotundidad por los propios implicados.

Además, ¿de verdad alguien piensa que habiendo ingresado más de 30.000 millones extras gracias principalmente a la inflación, la Hacienda española va a quedar seriamente perjudicada porque Ferrovial se vaya, cuando, por ejemplo, la propia Autoridad Fiscal (Airef) ha calculado que el ingreso total, para todos los sujetos pasivos afectados por el nuevo impuesto de solidaridad que se impone a las grandes fortunas, por encima del impuesto sobre el Patrimonio, será de poco mas de 600 millones? Si eso no es un problema, Ferrovial tampoco lo será.

El Ministerio de Hacienda lanzó una sorprendente amenaza al amagar con la negativa a conceder las preceptivas exenciones fiscales a este tipo de operaciones de fusión. ¿La razón? Que no existen motivos económicos que sustenten la operación, una vez que es posible cotizar en EEUU –como es su intención–, desde la propia España.

Hacienda no debería amenazar con carácter previo a las empresas, sino perseguir a posteriori las actuaciones ilegales. Además, cotizar desde España en EE UU es posible, pero no hay antecedentes. Es decir, la ley no lo impide, pero las regulaciones respectivas no lo facilitan.

El Gobierno quiso forzar la mano del consejo en la junta general. No lo consiguió. No decía toda la verdad y su amenaza no surtió efecto. La junta aprobó el traslado por goleada.

El problema de fondo es que al Gobierno le duele que se traslade a los mercados financieros la impresión de que España no es un lugar seguro para invertir, dadas las veleidades regulatorias y la elevadísima mortandad de las leyes que regulan mercados fundamentales como el energético, el bancario, las infraestructuras, la distribución… Ha entendido muy bien su capacidad para decretar normas y ha perdido por completo el respeto a los procedimientos para aprobarlas, que se salta a conveniencia.

Lo que no ha interiorizado bien, y el caso de Ferrovial es un buen ejemplo, es que las empresas deben cumplir las leyes, pero nadie puede impedir que acomoden sus actuaciones a sus conveniencias dentro de ellas.

Ferrovial se va porque lo ha decidido así. ¿Debe algo? Que se lo cobren. ¿Es legal su decisión? Lo es, lo admite la norma española y lo protege la comunitaria. Pues entonces que se lo permitan. Eso es todo, o al menos, eso debería ser todo. El poder no puede reducir más el estrecho margen de maniobra que deja abierto a la sociedad civil. Bastantes restricciones nos han impuesto ya como para permitir sin protestar nuevas y mayores injerencias.

La segunda intromisión es ese ‘artefacto’ que anuncia el Ministerio de Economía ¡Ay Calviño, cómo has cambiado! La creación de un observatorio. de los márgenes empresariales. ¿A qué viene eso? ¿No dispone ya de la suficiente información de los balances y de las cuentas de resultados que reportan periódicamente las personas jurídicas? ¿Y qué piensa hacer después con esa nueva información? ¿Reducirlos por decreto? ¿ponerles topes por Ley? Algunos ministros quieren fijar precios de venta, otros regular salarios, todos subir cotizaciones. ¿Dónde termina esto? ¿dónde está el final?

Un día, hace ya años, dije que «si no lo arregla Nadia, no lo arregla nadie». Hoy habría que decir que «si no lo arregla Europa, no lo arregla Nadia». ¿Lo arreglará? No esté tan seguro…