Nacho Cardero-El Confidencial
- El presidente del Gobierno se ha tirado de cabeza a esta campaña sin ser consciente de que la derrota socialista llevará su nombre
La cosa parece funcionarle. Algunos sondeos sitúan a Ayuso cerca de la mayoría absoluta, gobernando sola o con el apoyo de Vox, mientras que los dos partidos que protagonizaron el ‘Murciagate’, PSOE y Ciudadanos, bajan respecto a los anteriores comicios.
Lejos de atender a las señales de alarma que le aconsejan no meterse en semejante lío, Sánchez ha entrado al trapo convirtiendo la contienda madrileña en un trasunto de ‘Ok Corral’. Lo hace, en palabras de Fernando Garea, arriesgando su papel institucional y poniendo el grueso de su Gobierno al servicio de la disputa electoral madrileña, tal vez porque en Moncloa entienden este 4-M como un ensayo de las próximas generales.
Las declaraciones de Pedro Sánchez en Senegal, en que cuestionaba sin aportar pruebas los datos de Madrid sobre la pandemia, no se debieron a ningún lapsus ni a un golpe febril debido a las altas temperaturas de Dakar. Había una clara intencionalidad. Formaban parte del ‘agitprop’ en el que se ha embarcado temerariamente el jefe del Ejecutivo.
Y es que el presidente del Gobierno se ha tirado de cabeza a esta campaña sin ser consciente de que la derrota socialista llevará su nombre. No el de Ángel Gabilondo, ni el de Hana Jalloul ni el de Reyes Maroto, cuyo conocimiento entre la opinión pública resulta bastante limitado, sino el de Pedro Sánchez, que es quien ha copado los titulares este fin de semana
Tan oscuro ven el escenario en Moncloa que han tocado a rebato para tratar de movilizar a los suyos e impedir que formaciones secundarias, como es el caso de Más Madrid, les ganen más terreno. Unos y otros empiezan a pasarse la patata caliente de la campaña madrileña, renegando de su autoría como si esta hubiera surgido por generación espontánea
Se trata de un duelo al sol en el que Ayuso y MAR han logrado distanciarse de Sánchez y Redondo, y donde Pablo Casado, en un segundo plano cuando debería ser él quien se batiera el cobre con el presidente del Gobierno, y Ángel Gabilondo, el candidato socialista al 4-M designado para la inmolación, no dejan de ser simples daños colaterales.
Uno de los pocos interrogantes que podían alterar los planes de la presidenta madrileña era el debate electoral del miércoles. Ignacio Varela lo situaba como una de las grandes debilidades de la líder popular, ya que tendrá enfrente a rivales de mucha experiencia y es fácil que cometa errores. Sin embargo, la experiencia dice que cuando la ventaja del primero respecto al segundo es tan holgada en un momento tan avanzado de la partida como el actual, los debates apenas mueven un solo punto de intención de voto.
Otro de los interrogantes eran los datos de contagios por covid con que los madrileños acudirían a las urnas, un nubarrón que finalmente parece que no va a ser tal. Además de su política para mantener la actividad económica, que la ha convertido en modelo de gestión y cuyos resultados no solo se traducirán en aumento de inversiones y de PIB, sino también en votos, los madrileños acudirán a las urnas con la incidencia acumulada retrocediendo.
Podría haber sido al contrario, como vaticinaban malévolamente sus rivales, pero no. Dice en su blog el presidente de HM Hospitales, Juan Abarca, que no estamos en una cuarta ola sino en un pico del virus fruto de las aglomeraciones de Semana Santa, pero que en las próximas semanas deberíamos mejorar. Para el consejero de Sanidad, Ruiz Escudero, «hay indicadores tanto del Summa como de análisis de los laboratorios de microbiología que así lo indican».
Lo mismo con el plan de vacunación. Podría haberle ido mal por la falta de dosis, una mala estrategia europea y los problemas de logística del Gobierno, pero lo cierto es que el plan en Madrid ha tomado velocidad de crucero gracias al Zendal y al hecho de habilitar espacios como el Wanda. El servicio de estudios de Arcano pronostica un escenario de inmunidad en España en el segundo y tercer trimestre del año. Nada que ver con los malos presagios venteados.
Lo de Ayuso y Sánchez, aquí dos enemigos íntimos, tiene algo de vidas paralelas. Ambos han sido protagonistas de acontecimientos fortuitos que les han llevado hasta sus respectivas presidencias. Ni la mejor versión del Oráculo de Delfos hubiera podido prever la carrera de ambos y los cargos que actualmente ostentan, pero ahí están, elevados como máximos referentes de la política española actual.
Pero mientras Ayuso navega con un ambiente propicio a sus intereses, a Sánchez se le ha puesto el viento de cara, con un PSOE desmoralizado al cual se le ha llenado el camino de obstáculos cuando pensaba que lo tenía expedito. Desmoralizado por su soledad en un Congreso de los Diputados en el que se está quedando sin aliados y por los buenos datos demoscópicos cosechados por Ayuso en Madrid y Moreno Bonilla en Andalucía.
Tan es así que son muchos los que se preguntan si este país está cambiando de ciclo escorándose a la derecha y si el presidente del Gobierno está obligado a reaccionar con un adelanto de generales. No hay tregua para el guerrero. Preparen otro otoño caliente.