Bailando con Mas

TONIA ETXARRI, EL CORREO 09/10/13

Tonia Etxarri
Tonia Etxarri

· Desde que Artur Mas decidió reclamar abiertamente su consulta sobre la independencia, todos los demás se han puesto a marcar los pasos de su balada, aunque a diferente ritmo, lo que está provocando un notable desconcierto en el salón de baile de las autonomías. Su socio Duran Lleida con la ‘tercera vía’, que venía a ser un invento equilibrista para subsistir en la equidistancia entre el separatismo y la Constitución. Los socialistas, en vilo constante en el pulso que mantienen entre la ‘vieja guardia’ y los renovadores desnortados, mientras el concepto de la solidaridad Interterritorial, que es lo que debería defender Rubalcaba, ha terminado por ser patrimonio de la dirección del PP.

Fue la propia Dolores de Cospedal quien, al corregir a Alicia Sánchez Camacho, sacó a relucir los «genes» de su partido, haciendo gala de esos principios para desactivar a la dirigente catalana que, necesitada de ofrecer una imagen distinta a la del «inmovilismo» que achacan los nacionalistas al PP cada vez que defiende el cumplimiento de la ley, sorprendió a los suyos al plantear la «financiación específica» para Cataluña. Cuentan algunos de sus compañeros de ‘maitines’ que la popular catalana realizó un diagnóstico impecable, que todos compartían, para terminar presentando una propuesta que logró dividirlos, al menos en el escenario.

Quien ha tenido necesidad de hacerse un hueco ha sido la izquierda abertzale del Congreso que, a diferencia de EH Bildu en Euskadi, que está marcando el compás en el pacto foral y en la pacificación con su oposición, en Madrid había pasado desapercibida en la tormenta desatada en Cataluña. Ellos también quieren dejar su impronta de autodeterminación. Por eso llevaron ayer su proposición no de ley a la Cámara baja. Amaiur decía que el debate serviría para fijar «una foto clara con la mayoría de Cataluña y Euskal Herria por un camino y la del Estado por otro». Un planteamiento maniqueo donde los haya porque ni todos las comunidades votan en un bloque compacto, ni la democracia parlamentaria se asienta sobre los territorios sino sobre los votos de los ciudadanos.

Y esos ciudadanos que ejercieron su derecho a decidir en las últimas elecciones del 2011, dieron 16 escaños a CiU, 7 a Amaiur o 5 a PNV, de un total de 350 asientos. Una situación que siempre le ha llevado a UPyD a plantear la reforma de la Ley electoral. Una ley que favorece una representación tan sobredimensionada a los nacionalistas que el PNV, por ejemplo, con 816.000 votos menos que el partido de Rosa Díez, obtiene el mismo número de escaños.

Es el PNV quien ahora se apunta a un ritmo más lento en el baile de la independencia. Con la distancia que le da la experiencia frustrada del ‘plan Ibarretxe’, se plantea un «nuevo estatus» sin prisa. Pero sin pausa. Persigue un «reconocimiento de la identidad nacional vasca y su derecho a decidir su futuro». Pero como quiere margen para el acuerdo, así se lo planteó la semana pasada Andoni Ortuzar a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, que se limitó a «tomar nota». Urkullu, consciente de que si exhibe su sueño soberanista dividiría a la sociedad vasca, tiene otros tiempos. El PNV echa de menos «un modelo claro de Estado» por parte de los dos partidos con alternancia en el Gobierno de España. Un alto dirigente popular reconocía ayer en privado que «al estar tan plano el PP» es lógica esta sensación de ausencia de liderazgo político.

TONIA ETXARRI, EL CORREO 09/10/13