Pedro Ugarte, EL PAÍS, 8/1/12
Un conocido mantra repite que los partidos de izquierda son los encargados de hacerle la política a la derecha. Pero el gobierno de Rajoy ha demostrado que el recurso es contagioso, y que la derecha también puede consumar los deseos extractores de la izquierda. Y es que todo partido disfruta ante sus incondicionales de un amplio margen de maniobra, que éstos jamás conceden a los demás. Por eso el partido puede defraudarlos y adoptar medidas antipáticas, persuadido de que los suyos no sólo aguantarán la bofetada, sino que la defenderán en las tertulias de café.
Cuando un partido hace una política ajena a sus promesas apela, indefectiblemente, a la responsabilidad. No es que se traicione a sí mismo sino que, de repente, se vuelve responsable. En tan respetable senda ha entrado incluso la izquierda abertzale, que desde que toca poder realiza constantes ejercicios de responsabilidad. El radical de toda la vida, que asistía al devenir del universo desde una virginidad insobornable y nunca claudicaba ante la fea realidad, se ha vuelto ahora responsable, más responsable, a veces, que el repelente niño Vicente.
Para responsable, y repelente, el Partido Popular, que sube los impuestos, pide «pequeños esfuerzos» y echa mano de otro célebre mantra de nuestra cultura política: «los que más ganan y los que más tienen», los cuales, por cierto, deben de estar hartos de que les mencionen en asuntos que no les incumben, como la fiscalidad. La izquierda critica la subida de impuestos porque afecta a la clase trabajadora y a la exhausta clase media. Lástima que no cayera en la cuenta mucho antes, cuando ella también sangraba el cerdo, expoliando a los incautos que se hallan enjaulados en los archivos informáticos de Hacienda, los únicos a los que nuestro eficaz funcionariado logrará nunca perseguir. Cuando la izquierda vuelva al poder, dentro de ocho o doce años, subirá los impuestos de nuevo, y entonces volverá a sus labios el socorrido mantra de «los que más ganan y los que más tienen», mientras que el PP, resituado, desempolvará al olvidado Adam Smith. En esto, la política española es tan miserable e hipócrita como con el Sáhara Occidental. Los pobres saharauis siempre tienen a su lado a uno de los dos grandes partidos: aquel que en ese momento no ocupe el gobierno del Estado ni la embajada en Rabat.
Por cierto, las medidas socialistas de protección a las promotoras y a la banca tienen continuidad con el PP. El 31 de diciembre expiró la prórroga concedida por el gobierno socialista para evitar que los solares urbanizables se valoren a precio de suelo rústico. La aplicación de esta medida implicaría una depreciación del 90% en estos activos. El PP ha prorrogado la medida, impidiendo que las reglas del mercado revelen su verdadero valor. La banca y los constructores pueden felicitarse: protección pública garantizada con el bueno de Rajoy.
Pedro Ugarte, EL PAÍS, 8/1/12