Los Presupuestos del Gobierno Sánchez se aseguraron ayer su aprobación final con la renuncia de ERC, EH Bildu y PNV a presentar enmiendas a la totalidad. Nadie esperaba lo contrario. Pero la ceremonia que precede a cada apoyo al Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos sigue siendo necesaria para esas tres formaciones a causa del pulso partidario en Cataluña y en Euskadi. ERC no tiene más remedio que secundar a Sánchez mientras denuncia sus «incumplimientos» y mantiene en una suerte de subasta ante En Comú, PSC y Junts la tramitación de las Cuentas catalanas para 2023. Esperando que -como hicieran con su presencia en el Gobierno de la Generalitat- los neoconvergentes se desentiendan del Presupuesto autonómico.
No es la primera vez que se escenifica la secuencia protagonizada ayer por EH Bildu y PNV. La izquierda abertzale tomando la delantera a los jeltzales en su apoyo al Gobierno central «de progreso», dando a entender que tienen ‘una hora de complejos menos’ que los de Sabin Etxea. Cuando una hora después Aitor Esteban anunciaba haber acordado la actualización de la Ley del Cupo. Siguen solapándose las relaciones bilaterales entre el Ejecutivo central y las instituciones forales y autonómicas con la actuación del Grupo Vasco en el Congreso. Como si esa confusión aparentemente formal no tuviese consecuencias en la legitimación del autogobierno en tanto que sistema de todos los vascos.
La recta final de los Presupuestos de Sánchez está aflorando nuevamente dos de las muchas contradicciones que atraviesan la política vasca. Una, que el partido que acapara la gobernación de todas las instituciones de Euskadi, y lo hace gracias a su alianza con los socialistas, aparece en el cartel madrileño como un actor que se quedaría a la par de EH Bildu. El grupo cuyo concurso suscita probablemente más animadversión hacia Pedro Sánchez. La otra, que EH Bildu siga tratando de ponerse por delante del PNV en su apoyo a las cuentas del Gobierno central, mientras encuentra mil razones para resistirse a dar siquiera por pasables los Presupuestos de Urkullu.
Está garantizado que el mandato de Pedro Sánchez llegue hasta el final de la legislatura. También parece que el PNV continuará al frente del entramado institucional vasco en los próximos cuatro y cinco años. Pero desazona a los jeltzales que la izquierda abertzale les haga de menos, temiendo que en adelante no puedan incrementar su ventaja y se estanquen electoralmente a la baja.