JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC – 13/05/14
· La clave del asunto es que parece haberse levantado la veda de los políticos «españoles» en Cataluña.
Debe de ser que la inmediatez electoral ha caldeado el ambiente, pero anteayer tuvieron lugar en Barcelona dos hechos que obviarlos no nos haría ningún favor: el asalto de un grupo de independentistas al coche del ministro de Hacienda y las palabras del Rey en la clausura del año judicial.
Se nos viene diciendo hasta la saciedad que el nacionalismo catalán es pacífico, educado, dialogante. Llegó incluso a hablarse del «oasis catalán». Eso fue un día. De un tiempo a esta parte, concretamente desde que las demandas soberanistas se convirtieron en exigencias independentistas, sin encontrar más que rechazo en las instancias españolas y europeas, el pasar de las palabras a los hechos y de los insultos a las agresiones físicas no ha hecho más que escalar, y los propios parlamentarios catalanes tuvieron una muestra cuando quisieron celebrar una sesión en el Parque de la Ciudadela. Pocos ejemplos mejores de cómo los aprendices de brujo suelen terminar siendo víctimas de sus propias brujerías.
Pero son, naturalmente, los políticos «españoles» los blancos preferidos de tales ataques, sin distintivos entre ellos, y el puñetazo a Pere Navarro, aunque quiso mitigarse, sonó como un pistoletazo de salida para este tipo de hostigamientos. Ahora ha sido el asalto al coche de un ministro. No entro en si los mozos de escuadra actuaron bien o mal. Esa no es la clave del asunto. La clave del asunto es que parece haberse levantado la veda de los políticos «españoles» en Cataluña, como se levantó en su día en el País Vasco, con las consecuencias que todos sabemos y ellos han padecido.
Y es que el nacionalismo, todos los nacionalismos, son violentos por naturaleza, al ser algo pasional, vehemente, arrebatado. Añádanle, como en este caso, una intoxicación de falsedades, exageraciones, leyendas durante más de tres décadas sin que fueran desmentidas, y tendrán que dicha violencia no está solo justificada para los perpetradores, sino también para las autoridades y para la sociedad en que se comete.
Pero es como ha comenzado siempre este tipo de agresiones, a partir de un ideal, sublime, hermoso, heroico, divino incluso. Cómo terminan lo sabemos todos: con la negación de la libertad, de los derechos; en última instancia, de la vida del que no piensa y siente igual. ¿O es que se creen que hay un nacionalismo bueno y otro malo, como el colesterol?
En cuanto a las palabras del Rey en la clausura del año judicial, celebrada en un ambiente de cordialidad entre todos los asistentes, incluidas las máximas autoridades catalanas, se comentan por sí mismas. Pero que se haya convertido en noticia que el Jefe del Estado haya pedido a los nuevos jueces españoles lealtad con la Constitución también se comenta por sí mismo.
JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC – 13/05/14