Rafael Méndez-El Confidencial
Los candidatos a las municipales creen que el veto demuestra que no hay pacto. Pero a medio plazo, Sánchez necesita los 15 escaños de ERC para la legislatura
Al final, siempre es ERC. El partido de Oriol Junqueras, visto desde hace años en Madrid como la gran esperanza para encauzar el problema catalán, acaba siempre por decantar la balanza. Lo hizo en octubre de 2017, con el tuit de las 155 monedas de plata, lo repitió cuando presentó una enmienda a la totalidad a los Presupuestos de Pedro Sánchez que desencadenó el adelanto electoral y lo confirmó con el veto a la designación de Miquel Iceta como senador, adelantada por ‘Nació Digital’ y que previsiblemente impedirá que el elegido por Sánchez presida el Senado.
Los socialistas analizaban la noche del martes de urgencia las implicaciones de esta decisión. A corto plazo, barones y candidatos a alcalde respiraron aliviados. «Es incomprensible que voten no a Iceta, pero nos viene bien«, resumía uno de ellos. Como con los Presupuestos, la negativa de ERC protege ante las críticas procedentes de la derecha de que el PSOE se ha vendido al independentismo.
«Es incomprensible que voten no a Iceta, pero nos viene bien», resumía un candidato socialista
Los socialistas van a favor de las encuestas, confían en recuperar territorios como la Comunidad de Madrid, en manos del PP desde hace décadas, y conservar sus feudos. Es cierto que la estrategia de esgrimir continuamente a Quim Torra no salió bien a Ciudadanos y PP —especialmente a este último— en las generales. Pero las autonómicas del próximo 26 de mayo se celebran en comunidades donde ese discurso puede hacer más daño a los socialistas: Aragón, Madrid, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Extremadura, Canarias. La España plurilingüe, menos centralista, apenas vota en esta ocasión. «Si votan que no, se verá que no había pacto oculto», explican desde el PSOE.
Para estos comicios, el no de ERC a Iceta sería como la enmienda a la totalidad que, a la carrera y sin avisar a JxCAT, presentaron los republicanos en el Congreso de los Diputados el pasado 5 de febrero. Una semana después, los Presupuestos caían y Sánchez convocaba elecciones. Ahora, la historia se repite en miniatura. «ERC está en campaña«, opina un independentista que ha trabajado con ellos. «Votar a Iceta era demasiado para ellos», opina otro.
En realidad, Iceta aspira a ser senador por designación autonómica. La ley establece un cupo de senadores proporcional a la composición de los parlamentos autonómicos. Hasta ahora, un grupo parlamentario proponía y los demás lo apoyaban —otra cosa impediría que la representación fuese proporcional, y en el caso de Cataluña todos serían independendistas porque tienen la mayoría—. Por eso Ciudadanos explicó que no se opondría. Sin los votos de la CUP, JxCAT y ERC, Iceta no saldría elegido ni podría ser designado presidente del Senado el próximo martes, cuando se constituyen las Cámaras.
Con todos los precedentes, el PSOE dio por hecho que su nombramiento no implicaba contrapartidas a ERC. Los republicanos están virtualmente fuera de la nueva composición de la Mesa del Congreso —aunque el PP deseó que les dieran un puesto precisamente para que Sánchez reeditara su acuerdo antes del 26-M— y además los informes de Instituciones Penitenciarias han servido a la Junta Electoral Central para vetar que Junqueras intervenga desde la cárcel en un debate en TV3.
Si en la legislatura ERC vuelve a ser la que compite con Puigdemont y no la que renuncia a la vía unilateral, se complica la gestión diaria de Sánchez
A medio plazo, la actitud de ERC supone un nubarrón para Pedro Sánchez. No tanto para la investidura como para la gestión diaria en la legislatura que comienza el martes que viene. Y más teniendo en cuenta que tras la sentencia del Supremo sobre el ‘procés’ puede haber elecciones autonómicas en Cataluña, lo que alargaría la campaña catalana. Los 15 diputados de ERC en el Congreso son, ‘a priori’, necesarios para la investidura de Sánchez, aunque fuese con una abstención en segunda votación. Si los presos del ‘procés’ mantienen su acta pese a la suspensión, en la investidura podrían bajar los apoyos necesarios. JxCAT tiene siete escaños con los que en principio no cuenta Moncloa. Sin los 15 de ERC, el PSOE necesita sumar para las leyes a PNV, CC, PRC, Compromís…
El PSOE insiste oficialmente en su intención de mantener un Gobierno «de geometría variable», capaz de pactar con Ciudadanos y con Podemos y el independentismo. En Unidas Podemos, están convencidos de que entrarán en el Ejecutivo porque Sánchez no puede ir a una legislatura larga con 123 escaños y que el debate será, después de las municipales, la profundidad con la que entran. En casi cualquier combinación, los escaños de ERC entran en juego. Durante los 10 meses de mandato de Sánchez, los republicanos han apoyado los decretos leyes sin grandes contrapartidas públicas. La duda era qué ERC se vería esta legislatura: si la más pactista y que renuncia a la vía unilateral o la que sigue a JxCAT y a Puigdemont por miedo a perder votos. «ERC no pierde oportunidad de perder una oportunidad», ironizaba una fuente parlamentaria citando la frase que se atribuía a la Organización para la Liberación de Palestina.