Batasuna reclama a ETA un alto el fuego definitivo

Batasuna reclamó a la organización terrorista ETA que proclame un alto el fuego unilateral como expresión de voluntad para un definitivo abandono de la violencia y no se limite a declarar un alto el fuego permanente y verificable, como en marzo le pidieron el mediador sudafricano, Brian Currin, y cuatro premios Nobel de la Paz irlandeses y sudafricanos.

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Líderes del que fuera brazo político del separatismo radical pidieron a la organización señales claras de un abandono de la violencia.

Madrid. Batasuna reclamó a la organización terrorista ETA que proclame un alto el fuego unilateral como expresión de voluntad para un definitivo abandono de la violencia y no se limite a declarar un alto el fuego permanente y verificable, como en marzo le pidieron el mediador sudafricano, Brian Currin, y cuatro premios Nobel de la Paz irlandeses y sudafricanos. Batasuna reveló que ése es el mensaje que ha hecho llegar a ETA y es el que espera que esta organización recoja en el comunicado que anunció que publicaría en el curso de las fiestas navideñas.

El reclamo de la izquierda radical vasca abertzale (significa “patriota”, en euskera o lengua vasca) responde al contenido de la Declaración de Gernika, suscripta por ella misma, junto con Aralar y Eusko Alkartasuna, en septiembre de 2010, pocos días después de que ETA proclamara el día 5 de ese mes el cese oficial de los atentados.

El texto, titulado “Acuerdo para un escenario de paz y soluciones democráticas”, reclamaba, en su referencia a ETA: “La declaración de ETA de un alto el fuego permanente, unilateral y verificable por la comunidad internacional como expresión de voluntad para un definitivo abandono de su actividad armada”.

Este reclamo supera al de marzo del año pasado. Dicha declaración, leída en Bruselas, se limitaba a proponer a ETA un alto el fuego permanente y verificable.

Las exigencias de Batasuna a ETA parten de la convicción de sus líderes, Rufi Etxeberria y Rafael Díez Usabiaga, de que ni el gobierno ni los principales partidos democráticos darán ninguna credibilidad a ETA ni, por tanto, darán ningún paso en la dirección de su legalización mientras la banda no adquiera algún tipo de compromiso con el final de la violencia.

Etxeberria y Diez Usabiaga saben que las exigencias del presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y su vicepresidente primero, Alfredo Pérez Rubalcaba, para que convenzan a ETA de que abandone la violencia o rompan con ella no son una fanfarronada. Lo saben no sólo porque se lo han oído en sus intervenciones públicas. También porque el presidente del PSE (socialistas vascos), Jesús Eguiguren, se lo ha comunicado en sus contactos informales y los dirigentes del Partido Nacionalista Vasco (PNV, derecha nacionalista) en las reuniones que mantienen con cierta regularidad.

Tanto Etxeberria como Díez Usabiaga buscaron desde noviembre de 2009, cuando apostaron por abrir un debate interno en la izquierda abertzale a favor del final de la violencia que el proceso se hiciera con el menor costo posible, esto es, sin rupturas. Pero tampoco parecen dispuestos a que ETA arruine su movimiento político.

Cuando Etxeberria anunció el 13 de diciembre, en la radio pública vasca, que en estas fiestas navideñas se entraría en un proceso de paz, se le dio crédito por tratarse de un dirigente muy relevante de la izquierda.

“Aún no se han superado los plazos previstos, las fiestas navideñas. Pero si para el próximo fin de semana, que se celebra en Bilbao, la marcha de Etxerat (plataforma de apoyo a los presos), ETA no publica el comunicado, la situación empezará a ser preocupante”, señalan en fuentes nacionalistas.

Y, sobre todo, empezará a ser preocupante para la izquierda abertzale porque el tiempo se le agota si quiere estar presente, como pretende, en las próximas elecciones municipales de mayo. Y ese último plazo vence a finales de este mes. Para los líderes de Batasuna, la prioridad es salvar su movimiento político, considerado el brazo legal de ETA hasta su ilegalización.

La Voz (Argentina), 4/01/2011 | Luis R. Aizpeolea. El País, de Madrid.