Berberechos

Ignacio Camacho-ABC

  • La milonga del populismo tabernario es un pretexto para no admitir que Ayuso ha forjado su mayoría desde el centro

La hora que es y la izquierda todavía no ha comprendido las causas de su batacazo. Es probable que no lo haga nunca, aferrada a la excusa fácil del populismo trumpista y el voto tabernario; el desprecio a los ciudadanos, que últimamente en la política se ha puesto de moda en todos los bandos cuando no les gustan los resultados, es el camino más rápido para repetir el fracaso. Según sus cálculos a día de hoy debe de haber en Madrid casi dos millones de fascistas, como el famoso millón de cadáveres del poema de Dámaso. Cualquier día de éstos, Sánchez, Redondo y sus 600 asesores se van a El Atazar o a Fuentidueña del Tajo a homenajear a los heroicos resistentes de los dos únicos municipios en que los socialistas han ganado. Tal vez si hubiesen dejado a Gabilondo ser él mismo, en vez de humillarlo empujándolo en brazos de Iglesias, hubiesen conseguido vencer siquiera en algún barrio de tradición obrera como Moratalaz, Carabanchel o Vallecas. Por lo visto eso de respetar a su candidato era demasiado pedir para estos infalibles genios de la estrategia.

Es más cómodo creerse sus propias mentiras. La primera, la de que mientras más gente votase más posibilidades de victoria tenían: con una participación altísima han recibido una soberana paliza. La segunda es la de que los ha vencido una especie de frívola corriente pancista de los madrileños que Carmen Calvo ejemplificó ayer con el desdeñoso tropo de los berberechos. Ya es mala cosa que un molusco barato desafíe con éxito a toda la masa crítica de talento acumulada en la sedicente coalición de progreso. Y la tercera es el falso auge del radicalismo iliberal como pretexto para eludir la autocrítica del hundimiento y, sobre todo, para negar la incómoda evidencia de que la mayoría del PP se ha fraguado en el centro.

Ésa es la auténtica clave del triunfo que ha catapultado a Ayuso. Vox -apenas un 0,33 de incremento- no se ha movido de su compacta fidelidad al núcleo duro. Su electorado ve con simpatía a la presidenta pero ha vuelto a respaldar a los suyos. El factor decisivo de las elecciones ha sido, pues, el desembalse de Cs, un caudal de sufragios liberales que ha provocado la imponente crecida de los populares. Ante las reticencias de los respectivos partidos a unificarse, la reagrupación del centro derecha la han hecho por su cuenta los votantes. A ello hay que sumar los beneficiarios de la economía abierta, los empresarios y trabajadores de la hostelería o el comercio que han podido mantener su actividad durante la pandemia. La libertad de Ayuso consistía en pequeñas libertades yuxtapuestas una junto a otra hasta cimentar un fenómeno de cohesión sociológica. Simplificar todo eso en los berberechos y las tabernas es una majadería propia de un sectario complejo de superioridad, de una mentalidad autocomplaciente y ególatra inhabilitada para admitir las razones de su derrota.