Tonia Etxarri-El Correo

Entre la falsa bicefalia del PNV y el paso al lado de Otegi en la candidatura de Bildu va a transitar la campaña electoral que, a toda prisa, se ha visto obligado Andoni Ortuzar a dar por inaugurada, al haberse adelantado EL CORREO publicando sus intenciones de relevo. Aunque la fecha para convocarnos a las urnas siga siendo una de las pocas potestades que le quedan al lehendakari destronado. Los focos de Sabin Etxea están orientados hacia tres direcciones: sobre Bildu, con quien quiere mantener un arriesgado pulso, sobre un Partido Socialista que le deberá los favores prestados a Pedro Sánchez y sobre el PP de Javier de Andrés que le va a disputar ese segmento de votantes perdidos que han dejado de ver en el partido jeltzale la opción útil de otros tiempos. El PNV cuenta con seguir amarrado a los socialistas si se produce ese ‘Estado de necesidad’ como consecuencia de una posible victoria electoral de Bildu. Por eso, Andoni Ortuzar ha descartado cualquier moción de censura contra Pedro Sánchez. Por eso ayer Eneko Andueza quiso despejar dudas: con Bildu no van a gobernar. ¿De qué nos suena esa frase? ¿Tiene más credibilidad la palabra del secretario general de los socialistas vascos que la del presidente del Gobierno? Lo veremos. En estos tiempos tan convulsos, puede pasar cualquier cosa.

Por detrás de los candidatos, siempre se proyecta la sombra alargada de la dirección del partido. En el caso del PNV, a Urkullu se le vio el pasado domingo en Sukarrieta como un lehendakari resignado a ser apartado. Su partido ha necesitado señalar a un culpable de la progresiva pérdida de votos en las últimas elecciones. Y ha buscado, también, tener vía libre para el proceso de radicalización al que se ha apuntado en tiempo de prórroga, siguiendo la estela de Sánchez de la mano de Puigdemont. El lehendakari quería seguir y ha dado muestras de ello en los últimos meses. Pero ‘Sabin Etxea locuta, disputa finita’. Y el sempiterno Egibar, tan contento. La bicefalia ‘fake’ la va a monitorear el Euskadi buru batzar con un sustituto que, a pesar de ser diputado foral de Infraestructuras en Bizkaia, Imanol Pradales, es un perfecto desconocido fuera del partido. ¿No habrá rebelión en los batzokis? Porque las formas, Andoni, han dejado mucho que desear. «¿Los batzokis? Están muertos», me responden exburukides que no salen de su asombro. Las formas son tan importantes en política que Otegi, al anunciar que no se presenta como candidato a lehendakari, pone el acento en que es una decisión que ha tomado él.

Urkullu no puede decir lo mismo. El lehendakari recondujo la fase más radicalizada de tiempos de Ibarretxe y el Pacto excluyente de Lizarra. Pero el «cambio de ciclo» consiste en despreciar los pactos transversales y levantar el muro de la vergüenza. Ortuzar con Puigdemont. Con todas sus limitaciones, a los moderados les gusta más Urkullu. Pero la moderación, ahora mismo en nuestro país, es una apuesta contracorriente.