- La caótica retirada americana convertirá Afganistán en refugio de terroristas y dejará un espacio vacío geoestratégico que será ocupado rápidamente por Rusia y China.
1.¿La mejor Inteligencia del mundo?
Hace una semana, ninguna de las 34 provincias afganas estaba en manos de los talibanes. Hace sólo 48 horas, la Inteligencia estadounidense daba un plazo de dos a tres meses para que Kabul, la capital del país, cayera en manos de los insurgentes.
Ayer domingo, el problema no era ya cómo proteger la capital, sino cómo evacuar al personal diplomático y militar occidental antes de que los talibanes se apoderen de su aeropuerto. Si la mejor Inteligencia del mundo, tras 20 años de presencia continuada en el país y con toda la información acumulada sobre el terreno, ha sido incapaz de prever que Afganistán caería en apenas una semana, ¿qué ocurrirá cuando Estados Unidos se enfrente a un enemigo con cara y ojos?
2. Vietnam 2.0
Las imágenes de los helicópteros Chinook estadounidenses despegando de la embajada de Kabul evocaron ayer la famosa foto del 29 de abril de 1975 que retrata al último helicóptero americano que despegó del tejado de la delegación diplomática useña en Saigón.
Chief correspondent @ramsaysky says Taliban officials in Doha may have instructed militants not to use violence, but the Haqqani group fighters in the area around Kabul are «ruthless» and «don’t take orders from anyone apart from the senior family members» https://t.co/w2hGBqimAc pic.twitter.com/tWEruMowJ0
— Sky News (@SkyNews) August 15, 2021
Hubo ese día otra foto menos conocida, pero igual de simbólica. La de los marineros del USS Okinawa, un navío de asalto anfibio de la Marina estadounidense, tirando helicópteros al mar desde la cubierta del buque para hacer espacio al resto de helicópteros que todavía quedaban por llegar. Estados Unidos siempre ha planificado mejor sus invasiones que sus evacuaciones.
3. Mensaje recibido
Hace apenas unos días, Joe Biden decía estar seguro de que Afganistán no caería en manos de los 75.000 talibanes que forman el grueso de la insurgencia porque el país cuenta con 300.000 soldados «adiestrados por los Estados Unidos». A la hora de la verdad, ni el mejor entrenamiento del mundo ha evitado que esos soldados hayan rendido sus armas al enemigo en cuanto lo han visto asomar en lontananza.
The assessment could not have been more misguided. pic.twitter.com/i4Ewvjyt7z
— ian bremmer (@ianbremmer) August 15, 2021
Estados Unidos ha caído en Afganistán como cayó la Unión Soviética y por los mismos motivos. Su incapacidad para generar siquiera un amago de Estado funcional en un país que nunca ha sido más que una amalgama de tribus mal avenidas. China y Rusia, con total seguridad, estarán tomando buena nota de lo ocurrido.
4. La cobardía de Biden
«Fue Donald Trump el que decidió abandonar Afganistán» repetían ayer una y otra vez los medios americanos afines al Partido Demócrata. En realidad, fue Barack Obama el que, en febrero de 2014, dio órdenes al Pentágono de preparar la evacuación «total» de las tropas presentes en Afganistán. Pero lo que ha hecho Biden es ejecutar una evacuación caótica en vez de aplicar el plan de retirada gradual abocetado por Obama y concretado por Trump.
«Un año o cinco más de presencia militar estadounidense no habrían supuesto ninguna diferencia si el ejército afgano es incapaz de defender su país» dijo el sábado el presidente americano para defenderse de las críticas.
Biden ha cargado así su propia responsabilidad en unos soldados afganos mal pagados a los que ha hecho responsables de defender un Estado inexistente frente a unos talibanes que ni siquiera todo el ejército americano, con su incontestable superioridad aérea y tecnológica, ha logrado derrotar.
En realidad, ninguno de los aliados de los Estados Unidos en Afganistán, incluido España, critica una retirada que se daba por descontada desde hace tiempo. Se critica la espantada a la desesperada, que ha permitido el derrumbe del país en un tiempo récord y que ha dejado al personal militar y civil de las embajadas al pie de los caballos.
5. ¿Quién controla a los talibanes?
El peligro ahora para el personal de las embajadas occidentales es el de hasta qué punto las fuerzas talibanes obedecerán las órdenes que llegan desde Doha (Catar), que es donde se encuentran los líderes políticos talibanes, y que instan a permitir la evacuación del personal occidental. Es con los líderes de Doha con quien está negociando el Gobierno americano ahora y no con los talibanes que luchan en Afganistán.
Pero los tiroteos se suceden alrededor del aeropuerto de Kabul. En el momento de escribir estas líneas, la embajada americana ha llamado a su personal a refugiarse y no acudir al aeropuerto. El embajador americano sí ha logrado ser evacuado del país, abandonando a su personal en tierra.
La situación es de caos. Los talibanes no son una fuerza militar homogénea y junto a ellos luchan otras facciones, como la de la Red Haqqani, liderada por el terrorista afgano Sirajuddin Haqqani y su familia, que actúan por libre y que son conocidas por su extrema violencia. Incluso en el contexto de la violencia extrema de los talibanes.
6. ¿Qué ocurrirá ahora?
El presidente de Afganistán, Ashraf Ghani, ha abandonado ya el país, presumiblemente en dirección a Tayikistán. Se prevé que los líderes gubernamentales que todavía permanecen en el país entreguen el poder a los talibanes en una escenificación más destinada a fingir una transición ordenada que a ejecutar un traspaso real de poderes, dado que este ya está siendo ejercido de facto por los insurgentes.
La huída de los Estados Unidos deja a Afganistán al albur de los talibanes, que lo convertirán en un Estado terrorista desde el que se intentará reconstruir ese califato mundial con el que sueña el extremismo islamista. Si los talibanes tienen la inteligencia de no interferir en los intereses rusos y chinos, Afganistán será suyo durante décadas.
7. ¿Qué ocurrirá con los españoles que todavía permanecen en Kabul?
El Gobierno español intentaba ayer que cuatro aviones militares A400 y otros cuatro aviones civiles aterricen en Kabul para evacuar a las 500 personas, entre personal civil, militar y traductores afganos, que todavía permanecen en la ciudad. Pero la llegada de esos aviones depende de que el aeropuerto no caiga en manos de los talibanes. Si eso ocurre, sólo una negociación con los insurgentes y sus líderes políticos permitirá la evacuación de esas personas.
El plan de evacuación incluye un número indeterminado de soldados españoles (entre decenas y poco más un centenar, aunque extraoficialmente se habla de 200). Una señal de la escasa confianza del Gobierno español en la posibilidad de que Kabul se mantenga en pie durante el tiempo suficiente como para que esas 500 personas sean evacuadas sin mayores contratiempos.
España ha permanecido durante 19 años en Afganistán. La misión, que en el caso de las tropas españolas ha consistido, esencialmente, en labores de adiestramiento y asesoramiento a personal militar y civil, ha costado la vida de 102 soldados. Los españoles han desactivado 1.400 explosivos y han realizado 28.000 patrullas.
Poco antes de la retirada de los últimos soldados españoles, en mayo de este mismo año, un artículo del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), el laboratorio de ideas del Ministerio de Defensa, alertaba de que una «salida poco planeada y precipitada» de Afganistán desembocaría en una guerra civil y el derrumbe del país. El IEEE ha demostrado con ello más inteligencia que toda la Inteligencia americana.
8. ¿Por qué huye Estados Unidos de Afganistán?
No ha habido un hecho desencadenante clave, más allá de la promesa de dejar el país en manos de los afganos y de la convicción de que la única decisión peor que la de abandonar Afganistán era la de quedarse a la espera de algo que no acabará sucediendo en décadas: la transformación del país en un Estado funcional con un Gobierno central capaz de controlar todo su territorio.
Estados Unidos invadió Afganistán, con el apoyo de la OTAN, tras los atentados del 11-S y ante la evidencia de que el país se había convertido en refugio y centro neurálgico del terrorismo islamista internacional. Terrorismo internacional liderado en ese momento por la Al Qaeda de Bin Laden.
La ocupación le ha costado a Estados Unidos un billón de dólares, un año entero de PIB español, y 2.312 vidas.
Hoy, el 55% de los americanos apoya la retirada del país. Sólo un 7% pide que Estados Unidos continúe en Afganistán. Buena parte de los americanos parece haber aceptado, además, la idea de que su ejército puede ser todopoderoso en el campo de batalla, pero inútil a la hora de construir naciones. Sobre todo si la táctica para lograrlo es tan naif como la de «conquistar los corazones y las mentes de los afganos».
Si algo ha demostrado lo ocurrido durante esta semana es que invadir países es mucho más fácil que reconvertirlos en democracias funcionales, algo para lo que Estados Unidos nunca tuvo un plan que fuera más allá de entrenar un ejército nacional afgano y financiar la creación de unas instituciones políticas (gobierno, parlamento, ministros) sin mayor conexión con la cultura y la sociedad de Afganistán.
La retirada americana supone además, desde la perspectiva de las relaciones internacionales y la geopolítica, una nueva derrota del idealismo y una reivindicación del realismo à la Kissinger (hoy defendido, paradójicamente, por Rusia y China).
9. ¿El principio del fin del imperio americano?
Las consecuencias geoestratégicas de la retirada de los Estados Unidos son incontables. Como explica hoy Nicolás de Pedro en EL ESPAÑOL, China y Rusia ocuparán el vacío dejado por los Estados Unidos.
¿Qué pretende China en Afganistán? La consolidación de un Estado antioccidental y enemigo declarado de India, su principal rival regional a medio y largo plazo. La garantía, además, de que no se atacará desde el país ninguno de sus intereses estratégicos y muy especialmente sus rutas comerciales y de suministro de energía. La promesa, también, de que los talibanes no alentarán ninguna revuelta uigur en China.
El Global Times, el órgano de propaganda oficioso del Gobierno chino, anunció ayer la «participación» china en la «reconstrucción» de Afganistán y calificó de «broma» la retirada americana del país. «Los soldados americanos han muerto por nada. Lo único que han conseguido es que muera más gente y que los contribuyentes americanos hagan aún más ricos a los magnates del complejo industrial-militar».
The 20-year war in #Afghanistan launched by US ends like a joke. American soldiers died for nothing. The only change is more people have died and American taxpayers have wasted their money to feed military-industrial tycoons: Chinese netizenshttps://t.co/12uqoLuqRj
— Global Times (@globaltimesnews) August 15, 2021
¿Qué interés tiene Rusia? Evitar la desestabilización de sus países vecinos, el principal de ellos Tayikistán. Pero, sobre todo, la consolidación de la idea de que el imperio americano ha empezado a desmoronarse y a mostrar sus primeras debilidades estructurales.
10. ¿Se equivocan Rusia y China alegrándose por la derrota americana?
La lectura china y rusa es correcta. La salida de Estados Unidos de Afganistán es una derrota no tanto militar como civilizatoria que revela la incapacidad americana para defender las fronteras de su imperio.
Es también una señal de debilidad que será convenientemente exprimida durante los siguientes años como prueba de que el siglo americano está llegando a su fin y de que Estados Unidos es un coloso con los pies de barro al que no le queda ya más remedio que aceptar la realidad de un mundo multipolar.
Pero la principal debilidad americana no es militar sino económica: la condición de moneda de referencia internacional del dólar estadounidense. Una realidad que depende enteramente de la percepción de Estados Unidos como potencia hegemónica. Si esa percepción se debilita, también lo hará el dólar.
¿Está replegándose Estados Unidos para atrincherarse en aquellos espacios que cree poder defender de una hegemonía china que empieza a asomar como inevitable? Es muy probable. Si la tesis es correcta, esta semana será recordada como el principio del fin de cinco siglos de hegemonía Occidental y del principio de una nueva hegemonía asiática.