Los totalitarios políticos conocen los mecanismos de amenazar con violencia para tener poder, para mandar. Las filigranas del lenguaje ofrecen las coartadas para subordinarse. Y algunos días son gloriosos para tejer la tela de araña de la dominación moral.
La niña de seis años confesó a su madre que había una niña que pegaba: «Uxue, la que pega», dijo, y se acuñó el epíteto, que parecía asignado a una sombra, porque en el parque había otra Uxue y a ésta la llamaba «Uxue, la que no pega».
Años más tarde, lejos, contó que había sentido miedo de ‘Uxue, la que pega’, pero que también sentía miedo de que sus propios padres supieran quien era la que pegaba y de que hubieran intervenido en el asunto. Le aterrorizaban las posibles represalias, porque calculaba que la dosis de violencia sería mayor. Por eso, añadió, se refería a la que pegaba, como si no pegara, y se sometió a ella sumisamente en el parque de juegos y en el patio del colegio. «Uxue, pegaba y mandaba» concluyó. La que pegaba, pegaba para mandar.
Los totalitarios políticos conocen estos mecanismos de amenazar con violencia para tener poder, para mandar. Las filigranas del lenguaje ofrecen las coartadas para subordinarse. Y algunos días son gloriosos para tejer la tela de araña de la dominación moral.
Un día de mayo de 1999 fue muy solemne y muy bonito. Arnaldo Otegi y Josu Ternera suscribieron un acuerdo en el que reiteraban su «apuesta inequívoca por las vías exclusivamente políticas y democráticas para la solución del conflicto de naturaleza política existente en Euskal Herria». Hablaron de un escenario de ilusión y esperanza y de que desaparecieran «todo tipo de acciones y reacciones vulneradoras de derechos individuales y colectivos».
El miembro de ETA, ahora fugado, Josu Ternera, fue recibido en la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento vasco con una destacada perla de la lengua española: «es positivo que una persona que en el pasado tuvo una relación en negativo con los derechos humanos forme parte de esa Comisión». Las palabras de unos y otro son dignas de preciosos comentarios de texto, pero los conmilitones de los apostadores por las vías exclusivamente democráticas cometieron más asesinatos y coaccionaron más. De hecho, sus adversarios ideológicos viven bajo escolta policial desde hace diez largos años, pero el cebo de las palabras mágicas de los totalitarios sigue ejerciendo su sortilegio en nuestra sociedad.
El tribuno que recibió a Josu Ternera antaño, aspirante a liderar los destinos de los vascos en breve, expresó hace pocos días la intención de alcanzar «la normalización, la convivencia democrática y política en Euskadi». Estuvo gallardo porque avisó firmemente de que si había más atentados y Bildu no se pronunciase al respecto, «será porque ha andado engañando y será toda la sociedad la que le pase por encima».
Podría haber concluido añadiendo: Bienvenida, una vez más al corro, Uxue, la que no pega.
Maite Pagazaurtundúa, EL DIARIO VASCO, 16/5/2011