La carta madrileña del PNV

 

Mientras en Euskadi se esté negociando para conformar mayorías, el Gobierno del PSOE necesitará a los diputados peneuvistas para sacar adelante los Presupuestos de 2012. El PNV vuelve a estar en disposición de sacar las castañas del fuego a Zapatero siempre que las contrapartidas sean jugosas, como hasta ahora.

Empieza la cuenta atrás y aumentan los nervios. En España, Zapatero se zambulle de pleno en la campaña para intentar activar el voto socialista y aminorar así el tremendo batacazo que le pronostican las encuestas. Mientras, Rajoy sigue en tono bajo para no arriesgar una victoria que da por hecha.

Aquí en Euskadi, el lehendakari López, que apenas se había prodigado hasta ahora, a diferencia de Urkullu o Basagoiti, se ha subido a la tribuna este fin de semana en Barakaldo y Vitoria. En los próximos días volverá a hacerlo en Sestao y Bilbao, para cerrar el viernes, otra vez, la tercera, en la capital alavesa.

Toda elección es en sí misma una incógnita. Pero esta vez hay dos interrogantes que concitan un especial interés: el resultado de las Juntas Generales de Guipúzcoa y el del Ayuntamiento de Vitoria.

El primero, porque una victoria de Bildu, perfectamente posible según algunos estudios demoscópicos, enmarañaría los pactos. Y el segundo, porque el futuro inmediato del socialismo vasco no se escribirá igual si conserva las dos alcaldías de capital que tiene (San Sebastián y Vitoria), que si pierde la segunda, como pronostican todos los sondeos publicados y los que obran en poder de varios partidos.

Como tampoco para el PNV será lo mismo preservar las tres diputaciones -que desde que perdió Ajuria Enea ha utilizado en muchos momentos a modo de contrapoder, de ariete contra López, en especial la de Vizcaya-, que perder una o dos de ellas. No resultará sencillo en Sabin Etxea tomar decisiones si la coalición que agrupa a EA, Alternatiba y la izquierda abertzale tradicional se impone en Guipúzcoa con más escaños de los que puedan sumar los propios jeltzales con, por ejemplo, Aralar.

Los tres grandes partidos abogan estos días en público por «evitar pactos cerrados», por «nuevas alianzas» y por «pactos entre diferentes». A la vez que el PNV repite el mantra de que PSE y PP lo tienen hecho para extender su alianza a cuantas instituciones puedan, lo que socialistas y populares niegan en redondo.

No parece que vaya a clarificarse nada al respecto en los próximos días, aunque la eventual complejidad del mapa postelectoral sí invita a pensar en pactos distintos. Por ello tal vez sea más práctico recordar hechos que pueden no resultar inocuos para la conformación de mayorías tras el 22M.

Parece que hubiera pasado un siglo, pero aún no han transcurrido dos semanas desde que el PNV anunció que dejaba en suspenso su colaboración con el Gobierno de Zapatero en el Congreso si Bildu -entonces vetada por el Supremo- no recibía el plácet para concurrir a las urnas. El Tribunal Constitucional enmendó la plana al Supremo y la amenaza de suspensión quedó en suspenso, valga la redundancia.

El macroenfado de CiU

En otras palabras, que los jeltzales vuelven a estar en disposición de sacar las castañas del fuego a Zapatero siempre que las contrapartidas sean jugosas, como hasta ahora. Y si no, que se lo pregunten al lehendakari López y al PSE.

Pues bien, aunque no existe un plazo legal, el Gobierno central tiene por costumbre acudir al Congreso antes de las vacaciones estivales para recabar su apoyo al proyecto que fija el techo de gasto presupuestario para el siguiente año. Es un requisito imprescindible para poder elaborar las cuentas que luego deben recibir, otra vez, el visto bueno de las Cortes.

En otras palabras, mientras en Euskadi se estén negociando los pactos para conformar mayorías, el Gobierno del PSOE necesitará a los diputados peneuvistas para sortear el trámite parlamentario del techo de gasto. Sin él no podrá haber Presupuestos del Estado para 2012. Y sin éstos, con la que está cayendo, el Gobierno difícilmente podría resistir hasta el final de la legislatura.

Zapatero perdió la pasada semana la opción de intentar refugiarse en CiU si le falla el PNV al rechazar una moción de los nacionalistas catalanes para que el Estado abone con urgencia a la Generalitat unos 1.450 millones de anticipo del fondo de competitividad.

El PNV se abstuvo. Y aunque un eventual sí jeltzale no hubiera evitado la derrota de CiU, el enfado convergente ha sido monumental. Hasta el punto de que Erkoreka se sintió en la necesidad de explicar en una red social que su partido siempre se abstiene cuando se habla de la financiación de otras autonomías.

Alberto Ayala, EL CORREO, 16/5/2011