MARÍA JOSÉ FUENTEÁLAMO-ABC

  • Se mascan venganzas reales. Se nota que hay grupos. Rencillas. Marisquerías. Es un gran hermano sin guion

Desde el principio se intuyó que esta iba a ser una legislatura deslumbrante. Desde el minuto mismo en el que se convocaron las calurosas elecciones de julio. Con los resultados sobre la mesa, el desempate elegido por el candidato Sánchez nos dejó sin palabras. Lo nunca visto. La fórmula inusitada en política. La acrobacia más difícil. El gran salto mortal de un socialista que tenía bajo sus pies la lona clientelar de su partido: todos colocados manteándole.

Cumplidas las cien sesiones de la representación, el número estrella de la función, la amnistía, seguía acaparando la atención del público. Siempre un nuevo peligro amenazaba a los protagonistas: un juez desestabilizando una cuerda de sujeción, Bruselas destensando la lona. El público seguía atónito, enganchado al serial. Dividido entre sol y sombra: una parte a favor de la resistencia infinita del supuesto héroe, otra, deseando verle caer. Encima, con la intriga que añadía el coprotagonista fugado: en cualquier momento podía volverse antagonista y villano. Pero hasta cuando se le veía el truco al número una parte del público aplaudía; la otra se enfurecía con más fuerza. Nada podría superar ni el nivel de la exhibición ni la polarización.

Pero, de repente, el repertorio se amplió involuntariamente. Cogió más fuerza una nueva historia protagonizada por personajes conocidos pero que, en principio, parecían secundarios. El caso Koldo ha llevado a esta legislatura a un nivel ‘premium’ en giros de guion. Nunca creyó el amo del negocio que se vería tal batalla en su carpa, puesto que había prohibido este tipo de funciones bajo amenaza de cierre. Nada de corrupción bajo su techo. Ahora no sólo es el número preferido de la audiencia sino que se ha comido el resto de actuaciones. Todo resulta incontrolable, hasta el público. Hay hasta matices en él, algunos de un lado piensan lo mismo que los del otro, y viceversa. Mientras, la vida sigue y se suceden los titulares. Cada uno más escandaloso que el anterior, y sin embargo, el público se muestra menos polarizable. Hay hasta un punto de comprensión. Si hasta los personajes parecen humanos: supuestos pillos, descarados, arribistas, aprovechados, comisionistas, políticos contrata-amigos, políticos oculta-tramas. Se mascan venganzas reales. Se nota que hay grupos. Rencillas. Marisquerías. Es un gran hermano sin guion. El espectáculo de la realidad. España ha pasado de la política de ciencia-ficción a la política real, la que te puede quemar, atropellar. Del postureo a la naturalidad.

Nos prometieron que saldríamos más fuertes. Nadie lo diría viendo el legado que nos deja este presidente: dos libros, una serie sin emitir y un circo incontrolable. El espectáculo estará garantizado, sí, pero el maestro de ceremonias ya no sabe cuántas funciones le quedan en esta plaza.