TEODORO LEÓN GROSS-ABC

  • Esa primera persona del plural debería abochornarlos, de no concurrir la petulante superioridad moral de la izquierda, pero desde luego define el sanchismo y retrata a Sánchez

Andan los dirigentes socialistas arreándose golpes de pecho para proclamar la cobardía indecente de los dirigentes de Bildu y exhibirse muy ofendidos ante la afrenta repugnante de negar el terrorismo etarra. Bienvenidos de regreso al lado correcto de la historia, aunque nadie duda que esto es solo un gesto oportunista del PSOE en la recta final de las elecciones vascas, después de la cantada del candidato bildutarra. Aquí lo asombroso, sin embargo, no es lo de Bildu, que en definitiva lleva décadas moviéndose por los sumideros sucios de la semántica, acogiéndose a los sintagmas ventajistas de «todas las violencias» para tapar el legado de la serpiente; sino el espectáculo de estos líderes del sanchismo, fenómeno inseparable del peor nacionalismo. La noche del 23-J Sánchez afirmó con entusiasmo «somos más», y ese «somos» incluía a Puigdemont y a Otegi, al golpista fugado y al terrorista encarcelado por pertenencia a banda armada.

Esa primera persona del plural debería abochornarlos, de no concurrir la petulante superioridad moral de la izquierda, pero desde luego define el sanchismo y retrata a Sánchez: «Somos más». No hay delincuentes o enemigos del Estado que no sean blanqueables para el sanchismo si son útiles en la aritmética del poder. Sánchez integrará en su ecuación todo lo que le sume para tener mayoría, aunque después de Bildu ya no queda escoria ideológica más bajuna a la que incorporar como ‘uno de los nuestros’. Eso sí, ahora se declaran espantados por el «absoluto desprecio» de Bildu hacia las víctimas y su «negacionismo absolutamente incompatible con la propia historia de nuestro país y con la democracia», pero no los vetan como socios. Se ve que el «absoluto desprecio hacia las víctimas» y la «incompatibilidad con los valores democráticos» no les parecen un motivo para apartarse de ellos. No hay más preguntas, señoría.

Se comprende que Sánchez y la portavoz gubernamental Alegría, como su candidato en el País Vasco, hayan corrido a denunciar a Bildu y su degradación moral. Pero en honor a la verdad Bildu también son ellos, parte del sanchismo del «somos más», esa «mayoría de progreso» que han proclamado una y otra vez con entusiasmo. Patxi López, al que resulta particularmente imperdonable su cinismo, calificaba a los críticos de esos pactos como «mentes pequeñas». Pero esto no va de mentes pequeñas sino de grandes tragaderas. Esta semana alguien increpó a Sánchez con la frase zafia de «por siete votos tienes el culo roto», un gesto grosero pero crudamente certero sobre la integración de Puigdemont y de Otegi en el sanchismo. Y esto es lo que hay. Con su «no es no» Sánchez refutó la fórmula europea de entenderse centroizquierda y centroderecha, como le acaba de recordar el primer ministro portugués; y apostó por lo que Rubalcaba bautizó como Frankenstein, la mayoría radical sin principios ideológicos del «somos más». Sólo es el poder a cualquier precio. Literalmente a cualquiera.