EDITORIAL EL MUNDO – 07/07/15
· El primer chupinazo de las fiestas de San Fermín con un dirigente de EH Bildu al frente del Ayuntamiento de Pamplona fue también ayer el primer chupinazo con una ikurriña ondeando en el balcón consistorial de la capital pamplonesa, junto a las banderas española, europea y navarra. La coincidencia responde al interés de la formación abertzale no sólo de politizar un icono festivo de la imagen de España ante el mundo, sino de articular una política orientada a identificar Navarra con la cultura y los símbolos del País Vasco en un proceso que excede el marco constitucional.
El anhelo que Bildu expresó durante tantos años en la oposición busca ahora convertirlo en realidad. La izquierda abertzale no dudó nunca en incorporar Navarra al imaginario mapa de Euskal Herria. Gestos ilegales como el de ayer en Pamplona ahondan en la rotura social que amenazan los próximos cuatros años, previsiblemente, marcados por la estrategia radical de Bildu.
El alcalde de Pamplona, Joseba Asiron, justificó la exhibición de la enseña vasca en el consistorio de Pamplona por la recepción oficial a tres parlamentarias vascas de EH Bildu y blandió la ley foral de Símbolos de Navarra como paraguas legal de una decisión insólita. La Delegación del Gobierno en Navarra interpuso un recurso contra esta medida por considerarla «contraria a la legalidad vigente». La Ley de Banderas tipifica con claridad el uso de la enseña nacional junto a la cooficial «en el ámbito territorial» de cada autonomía. Que Bildu haya violado de forma flagrante esta norma muestra el sectarismo con el que afronta su gestión en la capital navarra.
El uso de los símbolos resulta siempre revelador de las políticas de fondo. Bildu gobierna en Pamplona con apoyo de Geroa Bai (PNV), Aranzadi –que integra a Podemos–, e Izquierda Ezkerra (IU), tras desplazar a UPN, que fue la lista más votada en las últimas elecciones y que gobernaba la ciudad desde 1999. A cambio, la formación abertzale ha dado su apoyo a Uxue Barcos (Geroa Bai) para que se convierta en la próxima presidenta de Navarra. Todo indica que el cuatripartito nacionalista y de izquierdas que se va a repartir Navarra ha fijado como objetivo explícito «euskaldunizar» la comunidad foral.
La prueba de ello es el acuerdo programático para esta legislatura que, entre otros compromisos, incluye potenciar el euskera en la Administración, la «euskaldunización» de personas adultas y la mejora de la financiación a los medios de comunicación en euskera. Con un léxico y una ambigüedad de genuino estilo abertzale, el pacto también recoge una condena de la violencia con fines políticos, «sea ésta de ETA, de grupos de ultraderecha o de funcionarios del Estado». Ello augura una tensa y bronca legislatura en la que la fractura de la sociedad navarra puede agudizarse hasta extremos hasta ahora impensables.
EDITORIAL EL MUNDO – 07/07/15