Olatz Barriuso-El Correo
- El euskera se convierte en el caballo de batalla de la legislatura vasca y en ariete de la pelea subterránea entre las fuerzas abertzales por la hegemonía
En política casi nadie da puntada sin hilo y, desde luego, EH Bildu no lo ha hecho al presentar su propuesta de reforma legal para que el conocimiento del euskera sea obligatorio como norma general para acceder a una plaza en la Administración. El envite, más allá de intentar dar solución a la pertinaz corrección judicial de los requisitos lingüísticos establecidos por las instituciones vascas, busca sobre todo ganar ventaja en la pelea, soterrada pero implacable, que los de Arnaldo Otegi mantienen con el PNV para darle definitivamente el ‘sorpasso’ a partir de 2027.
Quedémonos con esa fecha, que es también la de las elecciones municipales y forales y la de las generales, si es que se agota la legislatura. No es baladí que ese sea también el mojón que ha señalado el lehendakari a la hora de celebrar un gran foro que rubrique un «salto cualitativo» en la revitalización del euskera. El anuncio, presentado como punto seguido natural de la defensa de la lengua vasca que Imanol Pradales hizo en la Conferencia de Presidentes frente a la ‘performance’ ayusística de los pinganillos, venía así a redondear el relato de un lehendakari, y por extensión, un PNV, dispuestos a pelear a brazo partido por los derechos de los euskaldunes.
Pero, bajo la superficie, se libraba ya entonces otro pulso, extremadamente sensible para la ciudadanía porque le toca la estabilidad laboral -algo sagrado-, entre el PNV y sus socios del PSE. Ambos intentaban el más difícil todavía, alcanzar un pacto que blindara los requisitos de euskera en las OPE y evitara así la tormenta de sentencias. El PNV habla eufemísticamente de dar «seguridad jurídica» a los opositores pero se trata en realidad de reformar los índices de preceptividad -adaptar las exigencias de euskera en función del territorio- para evitar tener que ajustarse a los porcentajes de plazas con perfil marcadas por ley. El acuerdo, con toda probabilidad, se dará por imposible esta semana. Los motivos son sencillos de entender escuchando a los socialistas: «No puede ser que se pretenda dejar sin plaza a trabajadoras que llevan toda la vida». Así hablan del requerimiento de la Diputación de Gipuzkoa a las limpiadoras de los albergues forales: en el proceso de estabilización el euskera era requisito obligatorio en las quince plazas ofertadas. Los tribunales, también en esta ocasión, lo tumbaron.
Bildu, por supuesto, no es ajeno a la distancia que separa a los socios de coalición en este asunto. Así que, justo cuando la conversación pública giraba como nunca en torno al euskera, ha llegado el golpe de efecto. Más presión a la caldera. La larga cambiada de Bildu es una carga de profundidad directa a la línea de flotación jeltzale. Por tres motivos. En primer lugar, porque añade un elemento más de fricción a la ya de por sí tensa relación entre los socios, con el PNV marcando sutilmente creciente distancia con el PSOE en Madrid. En segundo lugar, porque agita las aguas internas y el siempre delicadísimo equilibrio entre el EBB y el PNV guipuzcoano, un pulso que ya asomó en la reciente manifestación soberanista de Gure Esku. Con Markel Olano como burukide responsable de Euskera, pocos dudan de que la presión llegue también desde dentro. El tercer motivo es la percepción que los votantes potenciales del PNV puedan tener de los pasos que se den en este sentido. «Nos crean un problema», admiten, en privado, los jeltzales.
Bildu juega con ventaja, incluso aunque utilice argumentos tramposos, porque sus electores han demostrado más manga ancha para perdonarles maximalismos o un modelo de sociedad que bordea lo excluyente aunque no lo parezca a simple vista. Si obliga al PNV a irse a su terreno, lo exhibirá como un triunfo. Si Sabin Etxea presenta su propia propuesta intentará retratarle como abertzale ‘light’. De la ‘finezza’ de los de Aitor Esteban para conducir un debate especialmente delicado dependerá el desenlace de una de las grandes batallas de la legislatura vasca.