TONIA ETXARRI, EL CORREO 14/01/13
· El imán de la izquierda abertzale está atrapando a la clase política vasca.
Los ciudadanos demócratas han salido a la calle a manifestarse contra ETA durante más de 30 años para exigir a la banda que dejara de matar inocentes. Y sólo cuando el Estado acorraló a los violentos hasta dejarlos sin oxígeno, fue cuando los terroristas tiraron la toalla aunque sigan resistiéndose a disolverse. Con la manifestación realizada, el pasado sábado, a favor del acercamiento de los presos de ETA al País Vasco, la izquierda abertzale pretende someter a presión al Estado de Derecho y a los gobiernos de Rajoy y Urkullu para señalar a algún culpable que justifique que el final de la violencia se encuentra en un punto de bloqueo.
La izquierda abertzale es la segunda fuerza política de Euskadi porque así lo quisieron los votantes vascos. Con tan sólo seis escaños menos que el PNV, está funcionando, desde el primer minuto de la legislatura ofreciéndose como alternativa de poder, sometiendo a un marcaje permanente al Ejecutivo de Urkullu e intentando imponer su proyecto a los demás partidos a los que habla, sin embargo, de pactar y dialogar. Y mucha gente olvida. O huye de las complicaciones evitando dejar abierto el archivo de la memoria. Y cae hasta el punto de considerar a los herederos de la vieja Batasuna muy adecuados a los nuevos tiempos cuando ofrecen pactos parlamentarios aunque, eso sí, –dicen– en relación a las víctimas están «todavía un poco verdes». Textual. Apenas han transcurrido dos meses desde que el ex lehendakari Ardanza recordara que EH Bildu está integrada por una mayoría de representantes «que han estado gritando ‘ETA mátalos’ hasta anteayer» y, al cabo de este tiempo, parece que la defensa de la memoria frente a quienes no están dispuestos a «abjurar de su pasado» se torna más endeble.
La manifestación del pasado sábado a favor de los presos (algunas crónicas olvidan de adjuntar el calificativo de ETA al referirse a estos presos) cosechó adhesiones del mundo de la cultura y la farándula. Pero las víctimas del terrorismo, que se sienten ahora algo más humilladas, no tienen en su haber un listado de artistas que hayan dado un paso al frente para recordar que la Ley de Reconocimiento y Reparación (de las víctimas) garantiza el respeto de sus derechos y obliga a adoptar medidas apropiadas para asegurarlos.
EH Bildu sigue extendiendo su tela de araña. Dando clases, incluso, de democracia. Urgidos por los presos de ETA, necesitan agitar campañas de movilización, como la ‘kalejira’ del sábado, para tirar el balón de las responsabilidades a los gobiernos de turno y acusarles de inmovilistas, en vez de exigir a la banda que se disuelva. La respuesta sobre quiénes deben moverse, los que provocaron tanto sufrimiento, aparece en el horizonte; sí, pero a ratos y no en todos los partidos democráticos. En el PP y en UPyD. Y tan esporádicamente como el ‘rayo verde’. Los partidos políticos, en algunos casos, van siendo engullidos por la fuerza centrifugadora de la propaganda de la izquierda abertzale.
Laura Mintegi, que da al Parlamento una importancia equivalente a la que otorga a determinados movimientos sociales que no han pasado por las urnas, cuenta con la ayuda de portavoces detoda-la-vida, dispuestos a resucitar mensajes de los «viejos tiempos» con tal de no cuestionar la trayectoria de ETA. Se ha convertido en la piedra en el zapato del PNV. Los jelkides, que no están dispuestos a que la profesora les ponga nota a cada una de sus decisiones políticas, han reaccionado como una piña, aunque el recién elegido presidente del EBB, Andoni Ortuzar, ha recuperado el discurso mas soberanista, que Urkullu había mantenido en reposo desde la campaña electoral, para no dejarles el campo libre.
Peores efectos colaterales ha provocado, estos días, el turbo de EH Bildu sobre el Partido Socialista y el PP. Con matices. En la familia socialista, la justificación de las coincidencias de su voto con la izquierda abertzale en Gipuzkoa y Álava, ha demostrado que tienen, a estas alturas, una confusión argumental entre lo demócrata y lo legal. Rubalcaba, en el Congreso de los Diputados no se cortó al vetar a Amaiur en la firma conjunta de una iniciativa parlamentaria. Pero sus compañeros vascos, que siguen buscando la brújula perdida en la pasada campaña, están hechos un lío. En el PP no se han dado alianzas de votos con EH Bildu, como era de esperar. Pero los delfines de Basagoiti se han enredado en un marasmo de declaraciones que han pivotado en torno a la izquierda abertzale, que denota cierta desorientación personal.
La tuvo que corregir Antonio Basagoiti y el propio Alfonso Alonso. El alcalde de Vitoria, cuyo apellido podría recordarnos el afán pactista del Maroto que abrazó a Espartero en Bergara, es un verso suelto que suele quedar atrapado por el imán, si, al final, la ciudad de Vitoria sale beneficiada. El guipuzcoano Borja Sémper se suele perder en la maleza de los partidos que componen EH Bildu en un intento de separar el grano de la paja.
Las aguas han vuelto a su cauce, de momento. Pero EH Bildu persiste en la mentira de enfocar el punto final de la historia de ETA como un armisticio de la imaginaria tercera guerra charlista. ‘The end’. Como una película de Julio Medem. Nada que ver. Porque, para zanjar la historia del terror de ETA , sus cómplices tienen que reconocer el daño causado. En la manifestación de los amigos de sus presos no se vio ningún síntoma de arrepentimiento.
TONIA ETXARRI, EL CORREO 14/01/13