EL MUNDO – 09/04/17
· «Se deja de lado la lucha armada pero se sigue luchando por lo mismo», dice Otegi.
· Nada más producirse el desarme «incondicional» de ETA, Sortu puso ayer sus exigencias sobre la mesa.
El secretario general de la formación, Arnaldo Otegi, aparentemente eufórico porque este proceso «haya llegado hasta el final», aseguró que a partir de ahora se abre una «nueva ventana de oportunidad» para abordar los retos que quedan pendientes.
Y citó tres: dar salida a la «cuestión» de los presos, incluido el fin de la dispersión; las víctimas, y la «desmilitarización del país». O lo que es lo mismo, que se acepte la eterna reivindicación de la izquierda abertzale de que la Policía y la Guardia Civil, salgan del País Vasco.
Para ello, el líder abertzaleinvitó al resto de formaciones políticas a «tejer complicidades» y que se produzcan avances en estos asuntos, y realizó paralelismos con los procesos de Irlanda o de Colombia, en los que, según él, «se ha dejado de lado la lucha armada, pero se sigue luchando por los mismos objetivos».
«Se abren nuevas oportunidades», aseguró, «tenemos que ser suficientemente responsables para consolidar este escenario de paz justa y duradera».
Para Otegi, el objetivo final será la independencia. Dijo que en un futuro cercano «haremos aquí, en Lapurdi (zona en la que se asienta Bayona), una rueda de prensa en la que anunciaremos la constitución del Estado vasco».
Por si no había quedado claro con el mensaje de Otegi que la izquierda abertzale quiere que el desarme sea un punto y seguido para conseguir las reivindicaciones de ETA, desde EH Bildu, coalición de partidos en la que se inserta Sortu, el parlamentario Julen Arzuaga insistió en que si se quiere que la paz sea «justa y definitiva» en Euskadi, los presos y la «desmilitarización» es algo fundamental.
Arzuaga volvió a presentar a ETA como la única que parece estar dando pasos en favor de la paz y subrayó que, con la entrega de los arsenales de la banda, «se confirma el compromiso» de «dejar la lucha armada». «Parece que ETA pasa de las palabras a los hechos», añadió.
Por ello, insistió en que una vez dado este paso por ETA está en «una situación nueva que cierra un ciclo y da la oportunidad de abrir otro nuevo», en el que se pase de las «legítimas discrepancias a vernos otra vez en los puntos en común». Eso sí, siempre para cumplir los condicionantes entre los que los presos y huidos tienen un papel fundamental.
Pero si EH Bildu presentó exigencias tras el desarme, desde otros partidos como el PSE insistieron en que el hecho de que ETA haya entregado las armas «no debe tener ninguna contrapartida». Los socialistas vascos en los últimos días se han posicionado junto con su socio de gobierno, el PNV, a favor de los actos de desarme de ETA.
Eneko Andueza, portavoz adjunto socialista del Parlamento vasco, consideró «positiva» la entrega de las armas porque será fundamental para «consolidar la paz». «Por esa razón hemos participado como partido en todas las iniciativas», justificó. Sin embargo, insistió en que ni el fin de las acciones terroristas hace cinco años ni el desarme materializado ayer «merecen contrapartida alguna ni merman la responsabilidad de aquellos que ejercieron el terror y respaldaron su estrategia».
Por ello, recordó que «el reconocimiento del daño causado constituye una tarea pendiente para unos y para otros». Aseguró además que ETA se ha pasado cinco años «buscando un rédito político que no se ha producido» e insistió en que este proceso llega tarde para cientos de víctimas del terrorismo, por lo que esperó que las armas entregadas permitan esclarecer los crímenes que quedan sin resolver.
También tuvo palabras para las víctimas el lehendakari Urkullu, que en una comparecencia con el mediador internacional Ram Manikkalingam destacó que «todas y cada una de las víctimas son hoy sujetos y partícipes principales de este logro democrático».
Si el PNV consideró que el día de ayer tenía una «relevancia histórica», desde el PP vasco Borja Sémper valoró que, tras el acto de «maquillaje», la realidad es que ETA «se va derrotada dejando un reguero de dolor». Su compañera Laura Garrido dijo que es el «acto final de la rendición de ETA, por mucho que quieran acompañarlo de propaganda».
EL MUNDO – 09/04/17