EL MUNDO 27/04/13
Sus hijas recogieron el galardón «por la paz» concedido por el Consistorio de Guernica
Era el marchamo de legitimidad que ambos ansiaban y la oportunidad se la brindó el Ayuntamiento de Guernica, gobernado por Bildu, al otorgar al presidente del PSE, Jesús Eguiguren, y al secretario general de Sortu, Arnaldo Otegi, el premio «por la paz y la reconciliación» que desde hace nueve años otorga coincidiendo con el aniversario del bombardeo de la Villa Foral en 1937.
Y ambos se sumergieron en una cascada de reconocimientos recíprocos por la labor llevada en su camino hacia la pacificación. El presidente del PSE pidió la excarcelación de su «amigo» Otegi y el secretario general de Sortu, el pago de la «deuda» que la sociedad vasca tiene aún con Eguiguren «por su compromiso, su lealtad y sinceridad, que es la que nos ha traído a la situación actual».
No lo hicieron directamente. El dirigente abertzale, preso en la cárcel de Logroño, lo hizo por carta. El presidente del PSE, a través de su hija María, a la que encomendó recoger el premio en solidaridad a la ausencia de Otegi, cuyo galardón recibió su hija Garazi.
El Ayuntamiento de Guernica justificó el reconocimiento por el empeño de ambos en «trabajar juntos y acercar posturas en favor de la paz». Más aún, el Consistorio subrayó que la desaparición de la violencia en Euskadi es «en gran parte gracias a la labor que han realizado».
Eguiguren decidió hablar a través de su hija. María subió al escenario para recoger el galardón mientras su padre le observaba desde la primera fila del Liceo de Guernica. Pidió a los vascos y a los españoles «que recen» no sólo por las víctimas, sino también para «pedir que salgan de la cárcel los que trabajan por la paz como Arnaldo» y para que «nadie esté lejos de sus familias». En tono irónico, la hija de Eguiguren se refirió «al que han regalado un apartamento en Logroño», en referencia a Otegi, «algo que no te hubiera pasado si te llamaras François o Fernando…»
«Lo he visto todo», había sido el contundente inicio del discurso de una niña de apenas 13 años, la de Jesús Eguiguren. Pese a que sus padres «disimulaban», apuntó, «sé lo que es sufrir, sé lo que es tener miedo y sé lo que es llorar en silencio», continuó. Su testimonio, presentado como el de «las futuras generaciones» de una Euskadi en paz, continuó apuntando retazos de crudeza: «Sé que el odio es el infierno y que el cielo es un sitio en paz, por eso estoy aquí, porque lo sé todo».
En uno de los fragmentos, «escritos por mi padre», dijo María, dedicó el premio a Rodríguez Zapatero. Dijo de él que siempre será recordado «como el presidente de la paz». También lo dedicó a Alfredo Pérez Rubalcaba, «el ministro de la paz», que trabaja «mucho y en silencio». Pero sin duda la dedicatoria más efusiva fue para ex lehendakari Patxi López, ausente del acto, del que dijo que a pesar de que todos los lehendakaris «han hecho lo que han podido, hay uno que lo ha logrado».
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«Lo he visto todo. Sé lo que es sufrir», dijo la hija del presidente del PSE