Luis Ventoso, ABC 03/01/13
Vecinos de Guipúzcoa se sublevan contra Bildu por su sistema de reciclaje.
Si votas por iluminados y los aúpas al Gobierno, lo probable es que acabes siendo gobernado a golpe de bomberadas. En Guipúzcoa, Bildu, el partido heredero de quienes alentaban a ETA, ganó de calle las municipales de 2011. Obtuvo 119.500 votos, el 34% del total en la provincia. Visto desde lejos, tal elección resulta incomprensible y desoladora. Otorgar tu sufragio a quienes dieron cobertura durante lustros a crudelísimos asesinatos revela una grave falla moral. Una sociedad que vota a quienes hasta hace dos días eran los verdugos de muchos de sus vecinos dista de gozar de una salud digerible.
El resultado es que los alcaldes de Bildu han pasado a gobernar la vida real de los vecinos de más de 120 municipios del País Vasco y Navarra. Pero una cosa es aplaudir las utopías evanescentes, por desquiciadas que sean, y otra entregarle las cosas de comer a una formación cuya ideología es una empanada obsoleta, en la que se mezclan el independentismo, el comunismo sesentero, el ecologismo talibán y un cierto vinagre xenófobo aliñando todo el guiso. Como predicar no es lo mismo que dar trigo, se va viendo que la relación de Bildu con el sentido común es compleja, algo así como intentar un maridaje de berberechos al vapor y café con leche.
Una de las primeras iniciativas de la revolución bildutarra (¿o se dirá bilduetarra?) ha sido darle la vuelta al sistema de recogida de basuras. En los pueblos que gobiernan en Guipúzcoa se han levantado unos postes de dos metros frente a los portales de las casas, que disponen de unas taquillas, donde cada vecino deberá guardar la bolsa con sus detritus. El problema es que Bildu ha creado un calendario de basuras que ha de cumplirse a rajatabla: los residuos orgánicos solo pueden depositarse el miércoles, el viernes y el domingo; el lunes y el jueves son los días de los envases; y el martes le toca al papel. Es decir, que si el domingo te da el puntillo de marcarte unos jurelos en tu cocina, las raspas y las cabezas hediondas del pescado se quedarán a vivir hasta el miércoles en tu casa, día en que volverá a estar permitido sacar al exterior los restos orgánicos.
¿Y cómo va el invento? ¿Está teniendo éxito la dialéctica revolucionaria a través de la basura? Pues no. Resulta —oh paradoja— que los felices votantes se han revuelto contra Bildu y ha estallado la crisis de los desperdicios en la verde Guipuzcoa. Hay recogidas de firmas (ya van 70.000), manifestaciones, bolsas de basura colgadas a modo de protesta en los balcones y ventanas de pueblos como Arrasate, Hernani u Oñate. En un raro cóctel, en muchos ventanales las bolsas de basura enervadas conviven con los carteles a favor de los presos de ETA, que engalanan profusamente unas poblaciones donde hace lustros que el Estado tiró la toalla.
Los votantes de Bildu se han indignado porque les han tocado el cubo de la basura. Una capacidad de protesta inédita en los días en que un pistolero se acercaba a un padre de familia vecino suyo y le descerrajaba un disparo en la cabeza para «liberar a Euskadi».
Luis Ventoso, ABC 03/01/13