Luis Ramón Arrieta Durana-El Correo

  • Pello Otxandiano olvida el ‘legado’ de ETA y a su mayor víctima: la sociedad vasca

El candidato de Bildu a lehendakari ha presentado su libro ‘Begirada. Una mirada al país para el futuro’. En el prólogo, Arnaldo Otegi indica que es el «primer manifiesto político de un militante joven», y señala también «la potencia de su pensamiento y la firmeza de sus convicciones». En el texto, el autor señala algunas de las características del momento que nos está tocando vivir tanto a nivel local como europeo y mundial. Desde su posición política habla de un «cambio de época», del «fin de una era de globalización», de la «pérdida de capacidad de regeneración del neoliberalismo», y aboga por «soluciones propias acordes a la realidad y dimensión de nuestro país».

Creo que hay que valorar positivamente el trabajo de Pello Otxandiano. La llamada izquierda abertzale se va incorporando paulatinamente al debate y a la gestión política. Es una enorme pena el tiempo perdido, en el que se situaba en los entornos de la terrible violencia terrorista que vivió nuestro país y que tanto dolor causó. Las reglas del Estado de Derecho no han cambiado, pero gracias a Dios, y aunque aún no condenan ese «tiempo de horror» (esperemos que lo hagan pronto), ellos sí lo han hecho (cambiar) y hoy participan de la gobernabilidad, tanto a nivel del Estado como autonómico y local.

Volviendo al documento citado, en su contenido el autor aporta también su valoración sobre la situación en la que nos encontramos. Opina que «la botella pierde agua», habla de «clientelismo» como un mal endémico y de «actualizar el sistema operativo». En ese sentido, plantea nuevas soluciones con una hoja de ruta con «seis retos públicos: reforzar la soberanía estratégica, transformar las estructuras de bienestar, hacer frente a la emergencia ecológica, renovar los sistemas de conocimiento, reproducir nuestra identidad nacional y crear un modelo de seguridad propio». Habla también de «nuevos liderazgos» y de «soberanía política».

El trabajo aporta propuestas socialdemócratas, aunque trufado por algunas ideas de izquierda mucho más radicales. Cita a economistas como Mazzucato y Raworth, pero igualmente al marxista Harvey. Su planteamiento es también ecologista, y en cuanto a la cuestión nacional, posibilista, abogando por la «libre adhesión». Su autor se refiere adicionalmente a «hacer mejor» y, citando otra fuente, «ser optimistas y pragmáticos». Falta quizás alguna propuesta innovadora en cuanto al uso del Concierto Económico como palanca de crecimiento para el futuro.

En el epílogo, Maddalen Iriarte indica, recordando a Descartes y su «sistema de coordenadas y la necesidad de establecer el origen en un punto», que en el texto de Otxandiano «se percibe con claridad ese origen». Da la impresión de que ahora que Bildu se incorpora de forma democrática a la acción política es cuando comienzan las cosas y que el pasado no ha existido.

Con el fin de intentar completar la información del documento referido, para el debate y reflexión que se plantea, me gustaría indicar que, lamentablemente, no nos situamos en el punto cero del eje de coordenadas, sino que partimos con importantes déficits.

Kierkegaard decía que «la vida solo puede ser comprendida mirando hacia atrás, pero ha de ser vivida mirando hacia adelante». En esa mirada hacia atrás, para entender dónde estamos ahora, hay que recordar que no hay ningún caso en la UE ni la OCDE donde una banda terrorista, además de causar un enorme daño humano (854 asesinatos y miles de heridos), haya atacado durante tanto tiempo (casi seis décadas) y con tanta dureza la economía de su país.

Su impacto macroeconómico exacto no se puede medir, pero además de suponer un coste directo de unos 25.000 millones de euros, hay bastantes estudios que lo aproximan a cifras cercanas a la importante pérdida de dimensión económica que ha sufrido el País Vasco.

Lamentablemente, la intensidad y duración del terrorismo nos dejó una enorme debilidad estructural, que está afectando a nuestro potencial de desarrollo y bienestar futuro. Algunos datos: la fuerte caída de la inversión supuso, en términos relativos, una pérdida de nuestro ‘stock’ de capital del 43%, y de nuestro PIB del 24%, que son las mayores caídas del Estado. Adicionalmente, ETA expulsó del País Vasco a decenas de miles de personas (algunos estudios estiman casi 200.000), se perdieron grandes centros de decisión, centenares de empresarios, y más de 30.000 empleos de alto valor añadido; y nuestros niveles de emprendimiento se «desplomaron» hasta los últimos lugares del ránking.

Si no hubiéramos sufrido el terrorismo, hoy estaríamos seguramente entre los países más prósperos del mundo, con mayor bienestar y mejores oportunidades para nuestros jóvenes. La reparación del daño causado y el cambio de tendencia necesario podrían ser un elemento de reflexión y acción complementario, para Pello Otxandiano y Bildu. Trabajemos en esa línea, Euskadi lo necesita.