En fechas como ésta, Pedro Sánchez puede comprobar que su negativa tautológica, no es no, tiene más inconvenientes que ventajas y sería mejor sustituirla por un lema más relativista, modelo no quiere decir: vaya usted a saber, según las circunstancias. Y el asunto que se trate, naturalmente.
Un suponer, los Presupuestos: el presidente de la Gestora se empeñó en permitir la investidura de Rajoy con su abstención y él, presidente del Principado, pudo contar ayer con los 11 escaños del PP asturianos para aprobar los presupuestos. Es posible que el do ut des tenga su próximo episodio en la ayuda que el PSOE pueda prestar al PP a la recíproca. Es probable, no seguro; un partido que inventó el federalismo asimétrico no debe tener problemas conceptuales para llevar la asimetría a la votación de los presupuestos. Patxi López, el lehendakari asimétrico, podría escribir un tratado sobre la cuestión.
Confesaré que siempre he sido partidario de un bipartidismo bien entendido, con su bisagra como elemento corrector. Lástima que nuestros dos partidos mayoritarios siempre lo entendieron mal y ambos se apoyaron en los nacionalismos como un aliado coyuntural contra el otro partido nacional. Hubo un intento de corregir esto con UPyD, pero no llegó a alcanzar masa crítica. Ciudadanos no ha culminado con ventura su tránsito de la defensa de la Constitución en Cataluña al Congreso de los Diputados. De Podemos mejor no hablamos.
O sea, que la salida de Sánchez ha hecho posible la política, al menos en asuntos como los que comentamos. Si el ex secretario general volviera a Asturias, sus compañeros le explicarían las ventajas que aprobar los presupuestos tiene para el Gobierno socialista del Principado. Sánchez ha perdido la partida ya, antes incluso de que cante la gallina. Pero a los partidos mayoritarios habría que exigirles la determinación de apoyarse en cuestiones fundamentales, lo que no ha hecho el PSOE esta semana al votar la reforma que otorgaba al T.C. la facultad de hacer cumplir sus sentencias e inhabilitar a los cargos que las desobedecieran.
Hay que tener en cuenta algunas cosas. La Ley del TC es una Ley Orgánica (2/79, de 3 de octubre), reformada por el PP, (L.O. 15/2015 de 16 de octubre) y la que reforme o derogue ésta tendrá que ser una Ley Orgánica y tramitada como tal. Por otra parte, no es que el Constitucional no tuviera quién le aplicara las sentencias hasta octubre de 2015, bastaba instar a la Fiscalía. En tercer lugar, la Proposición de Ley del PNV que aprobaron sus homólogos, el PSOE y Podemos, no va a servir para que salga impune Carme Forcadell. La capacidad sancionadora, o no, del Constitucional, no afecta a la causa penal abierta contra ella en el TSJ de Cataluña. Pero la votación debilita más aún al T.C. en Pujolandia, fomentará la desobediencia secesionista ante la Ley y será un factor legitimador del agit-prop a favor de Forcadell y su tropa. Ahora, si de lo que hablamos es de restablecer la Ley, la actitud socialista es tan inane como el diálogo de la vicepresidenta.