FLORENCIO DOMÍNGUEZ, EL CORREO 08/10/13
· En ETA y sus presos existe la sensación de que Sortu no hace lo suficiente por movilizar a los ciudadanos.
La manifestación del pasado sábado en Bilbao en protesta por las detenciones de los miembros de Herrira permite a la izquierda abertzale transmitir un aparente mensaje de euforia a la vista de la movilización conseguida. Sin embargo, con independencia de lo ocurrido este fin de semana, el ánimo ordinario en amplios sectores de la izquierda abertzale se encuentra alejado de la euforia, aunque no tenga trascendencia pública.
La izquierda abertzale tiene que digerir todavía el comunicado de ETA del 27 de septiembre que constituye la intromisión más clara registrada en los últimos dos años por parte del grupo terrorista en la trayectoria política de Sortu, Bildu y demás siglas. Los partidos políticos, y en los últimos tiempos con especial insistencia el PSE, han venido reclamando a EH Bildu la aceptación incondicional del «suelo ético». Nadie se lo ha pedido a ETA, pero sin embargo es la banda la que responde a estos requerimientos en el comunicado del «Gudari eguna», ocupando el lugar que debería corresponderle a Bildu. ETA ya ha sentenciado el «suelo ético», dejando a los parlamentarios de la izquierda abertzale sin margen de maniobra, ni siquiera para jugar con la ambigüedad. ETA ha respondido en su nombre y Bildu no ha dicho nada.
Con ese texto ETA ha dado la impresión de que pretendía volver a recuperar la «dirección política» a la que renunció en 2011 en favor de Batasuna. Tal vez eso ha ocurrido porque existe una sensación extendida en la izquierda abertzale de falta de liderazgo. No se aprecia un liderazgo claro dentro de Sortu, ni se percibe el liderazgo de este partido sobre las diversas coaliciones que representan a la izquierda abertzale en las instituciones. No son pocos los que consideran que la izquierda abertzale está enredada en la lógica del trabajo institucional, que ha dejado de lado la agitación de la calle y que ni siquiera es capaz de activar al conjunto de las bases de la antigua Batasuna.
Desde hace muchos meses, como mínimo desde principios de año, existe también en sus filas una percepción de desorientación estratégica. El modelo de Aiete ha fracasado y no han encontrado una estrategia alternativa. Por eso en las filas de la izquierda abertzale se extiende la opinión de los que creen que están a la defensiva, los que reconocen estar bloqueados mientras esperan respuestas del Gobierno y los que creen que están paralizados a la espera de lo que ocurra con los presos, sin tener instrumentos para modificar esa situación y sin tener iniciativas políticas que les saquen de ese bloqueo.
En ETA y en sus presos, además, existe la sensación de que Sortu, Bildu y demás siglas no hacen lo suficiente por movilizar a los ciudadanos, que se conforman con convocar una gran marcha al año y se olvidan de ellos el resto del tiempo. Por eso los documentos, internos y externos, de ETA no hacen más que poner deberes a la izquierda abertzale y exigirle más actividad y compromiso en la calle.
Tal vez todos estos factores expliquen la escalada de agresividad verbal de algunos dirigentes de la izquierda abertzale de los últimos días.