Javier Elorrieta-Editores

La evolución de los afectos partidistas , en su subjetividad, es compleja. Acabo de hablar con un amigo, muy allegado, que no seguirá la actitud de un par de familiares muy próximos, que rompieron el carnet del Psoe hace ya años, con ZP. Y bastantes otros, que sin la liturgia de la rotura del carnet, establecieron en la distancia afectiva su ruptura en las urnas con un partido cuya degeneración ha llegado a lo que se conoce por «El Sanchismo».
Suelo decir que de los errores que he cometido en la vida, hay dos que no he comentido: votar a ZP y a Sánchez. Pero los cometidos me obligan, a pesar de mi carácter vehemente, a comprender que no se evoluciona igual, ni politica ni afectivamente, frente a acontecimientos que son reales, objetivos y mesurables.
Vamos, que no se llegue a evaluar y considerar lo que es objetivamente Sánchez. Un delincuente político que ha destrozado, como nadie, los resortes institucionales, que ha superado el techo de la capacidad de mentir con grosera impunidad. Y que el Psoe se ha convertido en un partido sin proyecto político alguno nacional, exclusivamente hilvanado por el pesebrismo clientelar. Y soportado en las peores alianzas para la libertad y el bienestar de los españoles.
Por eso me conformo con que me insinúen que simplemente no le va a votar mientras siga Sánchez de Secretario General.
Algo es algo.
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