ABC 20/12/15
IGNACIO CAMACHO
· Rajoy deja aprobado el presupuesto de 2016; a las malas, un Gabinete en minoría podría sostenerse al menos un año
VA a ser un proceso largo. Y tal vez el más incierto y tenso desde esa Transición que ahora está de moda denostar como una historia fallida. Si la política te parece ruidosa y confusa espera a mañana, cuando leas y escuches las interpretaciones de los resultados. En las noches electorales ningún candidato suele admitir la derrota; es un clásico. Sólo que esta vez la mayoría puede tener razón porque el balance definitivo de las urnas no cuadrará hasta que se decanten los pactos. La aparición de dos nuevos partidos distorsiona las comparaciones con 2011; en ese sentido el bipartidismo ya ha fracasado. El recuento de hoy tiene dos medidas y ambas son relativas. Una se refiere a la distancia entre el ganador y los demás; la otra, a la suma de fuerzas más o menos afines que puedan agruparse en términos de mayoría. Si la fragmentación se parece a la que han pronosticado las encuestas, es posible que esa mayoría sea sólo relativa incluso en caso de alianzas o coaliciones. Y que el equilibrio resulte tan precario que la abstención de un grupo tenga tanto valor decisivo como su voto expreso.
Calcula que no va a haber Gobierno hasta febrero. Queda más de un mes de cábalas, de intrigas, de presiones. El asunto preocupa hasta en Zarzuela, donde el Rey tendrá que afinar con extrema delicadeza la neutralidad de sus pasos constitucionales para proponer candidato. No descartes siquiera dos procesos de investidura si el primero terminase en fracaso. Estos días que vienen puedes oír incluso rumores sobre otras elecciones en primavera; no les hagas demasiado caso. Rajoy, ese presidente al que todos quieren echar, tomó una medida de estabilidad que al final pueden acabar agradeciéndole los adversarios que más la criticaron. Ha dejado aprobado el presupuesto de 2016; a las malas, un Gabinete en minoría apretada podría sostenerse como mínimo un año.
En los últimos tiempos, a consecuencia del colapso social y moral de la crisis, se ha impuesto en España la diatriba contra el bipartidismo. Quizá tú también te hayas hartado y reclames frescura y flexibilidad en un panorama político reumático. Sin embargo en ese sistema tan malo las noches electorales alumbraban siempre un ganador claro. La gente se iba a dormir contenta o cabreada, pero con la certidumbre de saber quién iba a gobernar su país: el partido que había ganado. Hoy te puedes quedar con las ganas; será la primera señal de que los tiempos que acaso querías cambiar han cambiado. Te van a marear con conjeturas de pactos. Y no olvides que mientras tú vuelves a trabajar el lunes, en los despachos de Madrid va a empezar el mercado negro de la política.
Una última cosa: si el resultado sale muy confuso, muy ajustado, busca una cifra: 117 escaños. Es el mínimo para bloquear una reforma constitucional sin consenso amplio. El que marca la eventual diferencia entre un cambio de Gobierno y un cambio de régimen.