IGNACIO MARCO-GARDOQUI-El Correo

Mientras los precios de la electricidad suben sin descanso en el mercado mayorista -con una repercusión variada en familias y empresas-, el Gobierno se muestra incapaz de arreglar el meollo de la cuestión. Una parte de la culpa reside en problemas externos que caen muy lejos de su capacidad de obrar, como es el precio del gas. Otros se encuentran a medias, como la determinación de las emisiones de CO2. Y otros más caen de pleno dentro de su ámbito de actuación, como es el caso de los impuestos que gravan la tarifa. De lo que ha sido capaz Pedro Sánchez es de formular una promesa -los precios a finales de año, cuando ya hayan causado todos sus perjuicios, serán similares a los de 2018- que no parece se vaya a alcanzar, lo que engrosará su abigarrado capítulo de incumplimientos.

Así que a ido a Bruselas en busca de una solución global que allí tampoco va a encontrar. La situación afecta a todos los países miembros, pero el impacto es desigual. La UE podría repensar la cuantía de las emisiones de CO2 permitidas a la industria; y si se amplían las cantidades o se alargan los plazos, su precio bajará. Pero eso es muy complicado, sería extraordinariamente controvertido y, desde luego, nunca sería un decisión rápida. Como la otra de centralizar las compras de gas. ¿Quién compraría, con qué criterios de adjudicación, quién fijaría el precio y determinaría los orígenes? ¿De verdad piensa que alguien se va a poner a negociar en nombre de la UE con Rusia o con Argelia algo tan sensible como el suministro del gas? Si es así, ya puestos podrían pensar en centralizar las compras de petróleo o de sistemas de informática, que también son bienes capitales y sensibles. Sánchez no sabe cómo arreglar el desaguisado -y la verdad es que no es nada sencillo-, pero es muy difícil que la solución aparezca en Bruselas e imposible que lo haga con las urgencias requeridas.

Así que a pensar. Por ejemplo a pensar en la oferta de Iberdrola, que le ha cogido por la mano. Su oferta de mantener precios si se retira el decreto rezuma astucia. Si lo hace, habrá derrotado al Gobierno; y si no lo hace, la culpa del alza de los precios no será suya. Seguro que Iberdrola ha hecho sus números y la oferta le sale a cuenta. Más dudoso es que Teresa Rivera haya hecho los suyos. Además, ahora los tendrá que rehacer y dar una respuesta que tiene muchas aristas y comporta grandes riesgos. Le han adelantado, y ya sabemos que a los gobiernos no les gusta nada ir a pie forzado. Máxime, cuando tampoco contará con la ayuda de sus socios que, como siempre, irán al bulto.