RAFAEL MOYANO – EL MUNDO – 12/11/16
· Alsasua, localidad navarra de poco más de 7.000 habitantes, se ha convertido en el remedo triste de un instituto de Secundaria donde un grupo de matones trata de imponer su ley, un grupo que decide quién merece pisar el suelo que ellos pisan señalando y hostigando hasta el agotamiento al indeseado. Así se desprende del estremecedor auto, apenas 10 folios, en el que la juez Carmen Lamela recoge acontecimientos acaecidos el pasado 15 de octubre en el bar Kotxa, cuando dos guardias civiles y sus parejas fueron insultados, amenazados y finalmente agredidos por más de 40 personas.
Por esta agresión física, que la magistrada reclama para la Audiencia Nacional para juzgarla como delito de terrorismo, sabemos ahora de muchos años de presión psicológica y verbal. El mismo proceso que en el acoso escolar, vacío social primero, y luego presión, persecución, intimidación, hasta llegar al maltrato físico, el que permite detectar con mayor facilidad el problema. Las víctimas, las Fuerzas de Seguridad del Estado, en especial los guardias civiles y su familias, y los acosadores, un grupo organizado que ejecuta con disciplina la campaña «Fuera de aquí» promovida por la izquierda abertzale.
Explica la juez en su auto que este colectivo asedia a los agentes «buscando provocarles una sensación de continuo miedo e inseguridad e impidiéndoles realizar una vida en condiciones de normalidad». Vamos, que no pueden hacer en Alsasua las cosas cotidianas que usted y yo hacemos en un país libre, entrar a hacer compras en comercios, pasear tranquilamente por el pueblo o dejar que sus hijos se relacionen con otros niños fuera del colegio. Para ello cuentan con la colaboración, arrancada con las más puras técnicas mafiosas, del resto de ciudadanos, a los que atemorizan para que no tengan vínculo alguno con los apestados. «El incumplimiento de estos preceptos por parte de algún ciudadano –relata la juez– le convierte automáticamente en afín al Cuerpo y, por tanto, en cualquier momento tanto su persona como sus bienes pueden pasar a convertirse en objetivo de dichos grupúsculos violentos».
Esto está pasando hoy, noviembre de 2016, en una pequeña localidad navarra muy próxima al País Vasco cinco años después de que ETA dejara de matar. Seguro que no es la única. No, la paz no era sólo eso. Inevitable citar a Leonard Cohen en un día como hoy: «El último refugio del insomne es un sentimiento de superioridad hacia el mundo que duerme». Hay que despertar, el alto el fuego no ha acabado con la violencia.