Tonia Etxarri, EL CORREO, 3/9/12
EH Bildu intenta disputar la simbología institucional al PNV
Está perfectamente visible. Como el resto de candidatos en la campaña vasca. Pero casi todos le buscan a él para provocar un ‘cara a cara’, un juego polarizado en la confrontación electoral, un protagonismo compartido por ser quien tiene más posibilidades de ganar aunque no con la mayoría suficiente para gobernar. «¡Urkullu, pásame el balón!» le vino a decir ayer Patxi López , recién proclamado por unanimidad, entre los socialistas vascos, para volver a ser candidato a lehendakari.
Quien ha gobernado en Ajuria Enea en los últimos tres años y medio piensa canalizar toda su energía para situarse en la misma alineación que el candidato del PNV, en un intento de evitar que toda la atención pública se focalice hacia el posible debate que pueda librarse entre las dos fuerzas nacionalistas: PNV y EH Bildu. Una táctica electoral que desvela, justamente, una contradicción al dar tanta importancia al PNV al mismo tiempo que se repiten, como un mantra, que «está por ver que Urkullu vaya a ganar las elecciones».
Moral no le falta al actual lehendakari, que piensa recordar en la carrera hasta el 21 de octubre que el partido mayoritario de este país fue desleal con la institución del Gobierno a partir del primer día del mandato de los socialistas. Por lo tanto, señalar al partido de Urkullu como una formación «capaz de desprestigiar Euskadi» forma parte de su argumentario electoral, con el único afán de compartir protagonismo, al mismo tiempo que muchos socialistas no disimulan, sin embargo, su interés por repetir si se presentara la oportunidad la experiencia del Gobierno de coalición con el PNV, como en tiempos de Ardanza y Jáuregui.
Cálculos de campaña. Con los sondeos adversos y la irrupción de la izquierda abertzale en estas elecciones, Patxi López se presenta «para ganar». Lo dijo ayer porque necesita que sus bases reciban el mensaje . No es que se lo vayan a creer, pero, al menos, sí para que se movilicen, porque si las diferencias entre los partidos que se presentan se acortan, contarán con más margen para forzar una alianza con el ganador.
En 48 días de plazo, pueden ocurrir muchas cosas. Veremos juego sucio, seguramente, pero lo que descartan los socialistas es que Patxi López se vaya a Madrid para seguir con su carrera política. Los suyos le ven trabajando en el Parlamento vasco con la misma energía que empleó ayer en la sesión del comité nacional. Se trata de otro recado dirigido hacia los jeltzales que, a la mínima ocasión, han insinuado que al lehendakari socialista –será porque es un vasco no nacionalista– no le queda más recorrido político que coger las maletas y ubicarse junto a Rubalcaba en Madrid.
En cualquier caso, quien no necesita proyectarse frente a ningún otro adversario es Iñigo Urkullu. Tiene otros cálculos. Va a ganar. Sí o sí. Seguido por EH Bildu, pero sin mayoría absoluta. De ahí, que se sienta en el centro del universo de la campaña.
Al Partido Popular tampoco le va a pasar el tren del PNV por delante sin que aproveche la oportunidad. A Basagoiti se le presenta una campaña complicada con la defensa de la política de recortes del Gobierno de Rajoy y con unas bases, especialmente en Madrid, empeñadas en airear su descontento ante la política penitenciaria del Ejecutivo.
El PP vasco, que fue criticado en su día por notables dirigentes de su formación en Madrid por haber sostenido el gabinete socialista de Patxi López sin haber exigido nada a cambio, está centrado en proponer una alianza transversal que sirva de cortafuego para impedir que la izquierda abertzale llegue a condicionar de alguna manera el próximo Gobierno de Ajuria Enea. Sin parches. Quiere emplazarle a Urkullu, si se tercia, para que se comprometa a sellar una alianza tan plural porque, en el fondo, sospecha que el PNV va a pedir ayuda a los herederos de Batasuna si los necesita.
Una izquierda abertzale que, con su candidata Laura Mintegi, está dispuesta a transmitir su aspiración de gobierno. EH Bildu lleva ya dos ‘golpes de efecto’ que visualizan su ambición de llegar hasta el máximo escalafón de las instituciones autonómicas. Después de la foto de familia facilitada este verano con sus aspirantes a consejeros de un Gobierno vasco imaginario, ayer sus representantes se plantaron en el hotel Carlton, el que fuera la primera sede del Ejecutivo vasco en tiempos del lehendakari Aguirre antes de la caída de Bilbao durante la Guerra Civil española, para posar ante los medios.
Una imagen cargada de simbolismo que habrá incomodado al PNV, que sigue pendiente de los gestos de la izquierda abertzale. Pero no hay grandes novedades. Siguen sin pasar los deberes a limpio. Ni media palabra del horror que Uribetxebarria Bolinaga infligió a Ortega Lara durante su largo cautiverio. Hablan de la política «criminal» del Gobierno. De la actitud criminal del secuestrador, silencio. La izquierda abertzale, en su juego de equilibrios para ganarse la credibilidad que no tienen como demócratas y sus compromisos con ETA, sigue inclinando la balanza hacia el pasado.
Se presenta un panorama muy complicado en el tablero vasco. UPyD presume de ser el único partido que no se ha ofrecido al PNV. Pero quien resulte ganador tendrá que definirse en torno a posibles alianzas con Batasuna. Por lo tanto, la sombra de ETA seguirá proyectándose en la campaña vasca mientras no se disuelva.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 3/9/12