Cálculos

ABC – 27/09/15 – JON JUARISTI

Jon Juaristi
Jon Juaristi

· El independentismo ya ha empezado a calcular la población que sobra en Cataluña.

BILIOSOS. Setzejutgesd’unjutjatmengen fetge d’unpenjat »: «Dieciséis jueces de un juzgado comen hígado de un ahorcado». Se me ocurre que no quedaría mal este primer verso del viejo trabalenguas escrito con sangre de toro, como los vítores salmantinos, en las paredes de los juzgados de una Cataluña independiente, junto als quatre pals, que también son de origen hemorrágico. Porque lo primero que montarían los independentistas, según nos hemos enterado el viernes, son los juzgados. Les deben de preocupar mucho los delitos, sobre todo los fiscales. Como se sabe, es tradición añeja de nuestros nacionalistas periféricos esta preocupación obsesiva por cumplir con Hacienda, y por eso se ponen la venda antes de la herida, reclutando jueces autóctonos o en vías de serlo (tanto de ser jueces como de ser autóctonos) para cubrir las vacantes de todos los que se irán (empezando por los que han metido las narices en los asuntos del Clan Familiar).

Els Setze Jutges fue, recordarán algunos, el nombre de un primitivo grupo de la novacançó. Eran sólo tres cuando lo fundaron en 1961, pero creció hasta llegar justamente a dieciséis antes de disolverse, a finales del franquismo. Los vascos no somos tan precisos en esto del cálculo. El equivalente de ElsSetzeJutges en la canción eusquérica de protesta era un grupo llamado Ezdokamairu, «no hay trece», frase tomada de una versión vernácula y católica de las tablillas de Moisés, un retorneo que todavía cantan los judíos en las cenas pascuales. No hay trece, así que podían permitirse ser tantos como les diera la gana y ahorrarse la molestia de contarlos.

No hay trece. Al escultor Jorge Oteiza le salieron catorce figuras para el friso de los Apóstoles del Santuario de Aranzazu y, cuando el provincial de los franciscanos le preguntó, estupefacto, por qué había hecho tantas, respondió que porque no le cabían más. En tiempos inmediatamente posconciliares, una fracción importante del clero vasco consideró aquella respuesta como más que evangélica. Luego colgaron las sotanas y se metieron en ETA. En cualquier caso, calcularon mal. Los vascos no sabemos calcular, e incluso los nacionalistas vascos, en esto de los cálculos, tienen que pedir consejo previamente a sus homólogos catalanes.

Se cuenta que Arzalluz preguntó una vez al padrino del Clan Familiar cuántos catalanes auténticos calculaba que quedaban todavía en Cataluña. «Los catalanes auténticos constituyen la mitad de la población», contestó Jordi. «¿Y el resto?», inquirió el vasco. «El resto –dijo Pujol– son catalanas». Recuerdo haberle oído esta anécdota, totalmente verosímil, al escritor escocés Allan Massie, unionista británico y tory, que me preguntaba por qué los nacionalistas vascos, tan racistas ellos, no aprendían de los nacionalistas catalanes.

Qué cucos. O sea que todos somos catalanes para el derecho a decidir, pero, si el cincuenta y uno por ciento o más se decidieran por la independencia, el resto tendrían muy difícil seguir siendo catalanes o catalanas. Así que, siendo tan racista como los más racistas de los abertzales, quedas ante el patio como un avatar con barretina de Teresa de Calcuta, porque sabes calcular los tiempos mientras, en paralelo, vas haciendo tus cálculos inconfesables gremio por gremio. Sabes, por ejemplo, que se irán doscientos cincuenta jueces y que habrá que reponerlos desde ahora mismo, aunque sólo sea sobre el papel, y es que, si no nos damos prisa, mucho charnego rencoroso se pondrá a defraudar a la Hacienda independiente desde el primer día de la independencia, y sus fraudes no deben quedar impunes. Tiempo habrá para ocuparnos de todos los demás que se van a marchar. Setze jutgesd’unjutjat…

ABC – 27/09/15 – JON JUARISTI