LIBERTAD DIGITAL 11/03/16
«No podemos seguir así» es la frase que más se escuchó entre los dirigentes de Podemos este miércoles a última hora tras uno de los días más negros en la historia del partido. Nueve dimisiones, seis crisis territoriales, críticos pidiendo elecciones, figuras de prestigio en la formación criticando la estrategia y lo más duro: el retorno a las portadas del enfrentamiento entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, es decir, entre los partidarios de recuperar las «esencias» del partido y los que apuestan por una estrategia «más moderada», enfocada en los votos.
Unas desavenencias estratégicas que son el pan de cada día en Podemos pero que volvieron a saltar a escena de forma arrolladora con la dimisión de nueve miembros de la dirección del partido afines a Errejón y contrarios a Luis Alegre, hombre de confianza de Pablo Iglesias.
Las dimisiones no tenían una razón puntual, sino que se llevaban barajando desde hace semanas. El problema fue que se hicieron públicas en el peor momento para el partido, justo cuando todos los flashes apuntaban a la crisis existente en Podemos. «Es evidente que no se produjeron en el momento más oportuno», reconocen desde Podemos sin problema.
Diferencias que no son nuevas
La crisis en Madrid refleja algo que se vive desde hace tiempo en Podemos: una auténtica disputa por el poder entre las dos familias del partido, la de Errejón y la de Iglesias. Unas diferencias que existen porque han sido alimentadas durante meses desde la cúpula del partido, pero que rompieron este miércoles, «en el peor momento».
Pablo Iglesias e Íñigo Errejón se vieron con el agua al cuello. Habían promovido una batalla entre sus fieles, y este miércoles saltó, y provocó uno de los mayores incendios jamás vistos en Podemos.
«La solución»
Y a sabiendas que si esto seguía así el partido se podía ir a pique, el número uno y el dos de Podemos se reunieron este miércoles por la noche para pensar una estrategia a seguir por encima de sus diferencias.
Acabar con los atisbos de disidencia interna, callar a todos aquellos que puedan mostrar cualquier tipo de problema interno, negar la división en la cúpula, achacarla a la segunda línea del partido y difundir, sin cesar, la idea de que «el PSOE» y los «poderes fácticos» están detrás de todos sus males.
Y esta estrategia se inició en ese mismo momento. El número dos de Podemos, Íñigo Errejón, envió una carta a los dirigentes del partido en la que acusaba al PSOE de orquestar un «ataque» contra la formación en pleno proceso de negociaciones.
Y tras más de 24 horas en completo silencio, este jueves el número dos de Podemos daba la cara para hacer patente, en televisión, esta estrategia: «Pablo es amigo mío desde que tenemos 19 años, montamos esto juntos, seguimos juntos y compartimos el mismo rumbo y las mismas ideas. Tiene que haber gobierno de cambio y de coalición con el PSOE», decía en una entrevista en Cuatro. La portavoz adjunta, Irene Montero; el secretario de Organización a nivel nacional, Sergio Pascual y hasta el miembro fundador, Juan Carlos Monedero repitieron en diferentes entrevistas que de división nada.
Estrategia que llegaba incluso hasta los otrora más críticos. La secretaria general de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez, negaba este jueves ante las cámaras que existiesen discrepancias entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón. Lo decía ella, así como todos y cada uno de los dirigentes de Podemos que este jueves han pronunciado en público una palabra. Y así es la estrategia a seguir. Otra cosa es que lo consigan.