Cambio insuficiente

La evolución hacia la democracia de la parte política del mundo violento sería imposible si Ibarretxe continuara presidiendo el Gobierno vasco; los Iruin, Rufis y Usabiagas estarían aún en el frente nacionalista. Sortu debe hacer los deberes para las autonómicas y los demócratas debemos felicitarnos por haber derrotado al terrorismo.

No es casual que una sala del Tribunal Supremo, ahormada hasta ahora en la unanimidad en las decisiones de ilegalizar todas las marcas anteriores de Herri Batasuna, haya roto su trayectoria con el voto discrepante de tres magistrados contra la decisión de que Sortu no pueda presentarse a las elecciones. Esa quiebra de la unanimidad informa de dos cosas: la opción de Sortu es diferente a las anteriores y el argumentario de esta nueva Batasuna asume formalmente que si quiere hacer política debe renunciar a la violencia. No hay estatutos de partido español que sean tan beligerantes contra la violencia como los de la nueva Sortu. ¿Por qué, entonces, la ilegalización? Sencillamente porque no son creíbles y porque la Justicia ha entendido que debe pasar un tiempo hasta que esta nueva/vieja formación acredite que está realmente en contra del terrorismo y del lado de la democracia. Bien, Sortu no se presentará como tal a las próximas municipales y quizá la prueba del nueve de su apuesta democrática consista en que no rompan ahora la baraja, y se vuelvan al monte del que aún no han bajado, y en que se afanen en ser legalizados en las próximas elecciones autonómicas vascas.

Conviene decir cuanto antes que nada de lo que ocurre en ese mundo batasuno sería posible si no hubieran llegado a la conclusión de que están derrotados, política y policialmente, por la democracia española. Conviene también decir que nada de lo que tiene que ver con el derrumbe de ese mundo violento sería posible de no estar un socialista, Patxi López, como lehendakari. No hace falta ser un lince para imaginarse que esa evolución hacia la democracia de la parte política del mundo violento sería imposible de estar en la presidencia del Gobierno vasco un sujeto tan sectario, ultranacionalista y nefasto para la convivencia entre los vascos como fue Juan José Ibarretxe. De no haber sido desalojado este individuo, los Iruin, Rufis y Usabiagas estarían aún en el frente nacionalista vasco. El mundo batasuno debe demostrar que está realmente en contra de la violencia. Soy de los que piensan que hacer declaraciones democráticas, aunque en un primer momento sean impostadas, le lleva a uno a acabar ejerciendo de demócrata; de la misma forma que sé que a ninguno de los franquistas que apoyaron la dictadura se les exigió que condenaran aquellos cuarenta años, que renegaran de sus crímenes, torturas y fusilamientos. Se dio por bueno que aceptaran la democracia aunque sabíamos que atacaron la Constitución. Sortu debe hacer los deberes para las autonómicas y los demócratas debemos felicitarnos por haber derrotado al terrorismo.

José María Calleja, EL CORREO, 25/3/2011