Cambios en fin de año

 

El doctor Sánchez no tiene su virtud más acrisolada en la veracidad, motivo que exime de que entremos en detalles.  Salvo uno: el presidente anunció durante su aló del día 29 que no iba a hacer cambios en el Gobierno. Era mentira como todo lo demás, pero esta era una mentira de interés, de las que califican a un tipo como líder, precisamente por su capacidad de orientar la capacidad de mentir de los demás.

Ese mismo día 29, el improbable ministro Illa desmentía en ‘La hora de La 1” que él fuera a ser el candidato del PSC a la Generalidad de Cataluña en las elecciones del 14-F. “Va a ser Iceta”, dijo, y ante la insistencia del periodista lo repitió dos veces más.

No habían pasado 24 horas cuando el PSC anunció que Salvador Illa era designado candidato a las autonómicas. También mintió Miquel Iceta que se había anunciado a sí mismo en septiembre, salvo causa de fuerza mayor. Illa se desdijo con la desenvoltura que suele emplear esta caterva: “estoy preparado para ser presidente”, dijo mansamente. Hágase en mí según Su Palabra.

Total que Sánchez ha cambiado de caballo en la mitad de la carrera, solo que no era un caballo, sino un burro. ¿Es razonable que un gobernante cambie al ministro de Sanidad en medio de una pandemia? Si es como Illa seguramente sí, pero en tal caso habría sido mejor no nombrarlo. ¿Por qué lo hizo? Seguramente se combinaron dos razones. La primera, por lo que, con permiso de Goethe y los hermanos Taviani podríamos llamar las afinidades electivas. Su persona tiende a escogerlos a su imagen y semejanza. La segunda, que a la hora de asignar a este licenciado en Filosofía el Ministerio de Sanidad, el 13 de enero, no había aparecido aún por estos pagos la pandemia. Él quería incorporar al Gobierno a un socialista catalán de saberes inespecíficos y colocarlo en un Ministerio de actividades inconcretas, como Sanidad en tiempos saludables. Él sería su interlocutor para negociar con los golpistas catalanes.

Mintió con el aplomo del jefe, aunque con un rasgo distintivo, reconocer después que ha mentido por alguna razón. No se podría resumir en menos de un par de páginas todas sus añagazas y enredos, pero pondremos un par de ejemplos significativos. Dijo que no hacían falta mascarillas para reconocer después que eso lo dijo porque no tenían mascarillas. Se inventó un comité de expertos para la desescalada que fue citado con profusión por él mismo, por Fernando Simón y el propio Sánchez. Se negó a hacer públicos sus nombres “para evitarles presiones”, les achacó a ellos el criterio de dejar a Madrid en fase cero para finalmente reconocer que el comité de expertos no existía. Cualquiera de esos mea culpa debería haber sido acompañado por la dimisión, pero no hubo tal. Se comenta que ya ha empezado a hacer campaña desde el coche oficial. Empezó a hacerla mucho antes. Cuando se inventó el dictamen de los expertos para castigar a Madrid ya se estaba trabajando su perfil de líder catalán: “Yo confiné Madrid”.

Cuando Illa dimita, Sánchez hará ministra de Sanidad a Carolina Darias, que ya mostraba una perfecta inanidad en Política Territorial. Y para sustituirla a ella traerá a Miquel Iceta, un premio de consolación, que no consolador, ojo. ERC se ha mostrado alborozada y ha llamado a Illa ‘el ministro de la vacuna’, prefigurando otro tripartito, pero con Junqueras haciendo de Maragall e Illa de conseller en cap.