Miquel Giménez-Vozpópuli
- El repugnante acoso a un niño en una escuela de Canet por parte del separatismo saca a la luz la estigmatización que realizan los supremacistas
Llevamos décadas sufriendo la estigmatización por parte de los supremacistas. Si no hablabas en catalán, si reivindicabas el bilingüismo, si no veías TV3 o si te gustaba la selección española eras fascista y un agresor a Cataluña. No es de ahora que la enseña nacional sea algo clandestino o que colgarla en el balcón de tu casa te autocalifique como franquista. El caso de la escuela de Canet no es ni el primero, ni el segundo, ni el tercero.
La peor de las mentiras ha sido la tolerada por los gobiernos de Madrid de todos los signos al aceptar que el catalán estaba amenazado, que Cataluña estaba constantemente agraviada y que los separatistas representaban a la totalidad de catalanes. Recuerden cuando Convergencia y Unión se autocalificaban como Grupo Catalán en el congreso, como si en los otros partidos no hubiera ningún catalán. Solo “su” Cataluña es la real, la buena, y por eso debe apedrearse la casa de la familia que pide que se cumpla la ley y se imparta el veinticinco por ciento de las clases en español.
Si el asunto ha estallado no es por falta de precedentes ni porque el miedo a ser señalado, singularmente terrible en pueblos pequeños como Canet, no haya existido hasta ahora. Lo que sucede es que los partidos de izquierda, especialmente los socialistas, se han cuidado muy mucho de disimular hablando de una sola lengua, un solo pueblo, de convivencia, de que aquí todo el mundo era catalanista.
Marta Mata, la pedagoga por excelencia del PSC, fue quien exigió en su día que la totalidad de las clases fuesen en catalán, creando la inmersión lingüística
No en vano Marta Mata, la pedagoga por excelencia del PSC, fue quien exigió en su día que la totalidad de las clases fuesen en catalán, creando la inmersión lingüística. Fueron los amiguitos de Felipe los que dijeron que había que erradicar todo lo que oliera a España de las escuelas, empezando por la lengua y acabando por los libros de Historia.
El pujolismo, primero, y el separatismo más descarnadamente ultraderechista ahora, emplearon la fórmula del ascensor social para convencer a la población castellanoparlante de que usar el catalán era una forma de prosperar en la sociedad catalana. Qué mendacidad. Recuerdo cuando Montilla fue elegido president y como se burlaban los dueños del cortijo acerca de su acento, añadiendo su indignación por no haberse catalanizado el nombre propio, José, por Josep.
El desprecio hacia lo que nos une a todas las personas nacidas en este rincón del universo llamado España es la constante el separatismo catalán. De los tiempos en los que Pompeyo Gener apostrofaba a los españoles como pueblo semita mientras reivindicaba a los catalanes como godos, hasta Junqueras, que nos veía a los catalanes más próximos a los franceses que a los españoles.
¿Podría extrañar a alguien que desde mozos de escuadra a profesores, pasando por periodistas, políticos y demás jaleasen el linchamiento de una familia que solo pedía que se cumpliera la sentencia del TSJC de dar el 25% de clases en español? Desde luego, a quien esto suscribe, no
¿Podría extrañar a alguien que desde mozos de escuadra a profesores, pasando por periodistas, políticos y demás jaleasen el linchamiento de una familia que solo pedía que se cumpliera la sentencia del TSJC de dar el 25% de clases en español? Desde luego, a quien esto suscribe, no. Y la culpa no es de Felipe, que se riló ante Pujol cuando lo de Banca Catalana, o de Aznar, que salió del Majestic hablando catalán en la intimidad; tampoco es de aquel Rajoy que enviaba a Soraya mientras se quedaba leyendo el Marca o de Iceta reivindicando indultos y referéndums.
Entiéndanme, todos son culpables, pero los peores, para mí, son los periodistas exquisitamente equidistantes que todavía, a día de hoy y con la que está cayendo en Canet, tienen los pelendengues de negar que exista un conflicto en Cataluña. Eso solo lo admiten cuando son los separatistas quienes lo defienden. “Su” conflicto, sí; el de los constitucionalistas, el de la gente de bien, el de los padres que no pueden enviar a sus hijos a escuelas extranjeras, como hacen la mayoría de líderes lazis, esos no. Ni tienen problemas, y si los tienen será porque son unos fachas partidarios de la derechona.
Pero hay un antes y un después Canet. Las querellas que se interpondrán contra los matones de Twitter o de la administración están ahí. El revulsivo social que ha ocasionado este atropello a una criatura de cinco años, también. Nazis de la estelada, Canet os ha estallado en toda vuestra jeta. Es solo el principio.